Lleva cuatro años retirado en el confín del mundo, desde que en el 2011 dejó de dar clases en el colegio de los Maristas de Sants-Les Corts de Barcelona. Vive, con su hermano mellizo, en una casita de una planta, en un barrio periférico de un pequeño pueblo de la provincia de Girona, donde, según explica, ha estado esperando a que vinieran a por él. "Pensé que todo esto se sabría antes, que no tardarían tanto", dice a modo de saludo cuando llegan los periodistas de EL PERIÓDICO, en la puerta de su modesta vivienda.

Joaquín Benítez, 57 años, admite sin ambages todas las acusaciones que desde el jueves se le están haciendo. Exalumnos de los Maristas le han denunciado por haber abusado sexualmente de ellos. "Estoy preparado para afrontarlo ante la sociedad. Lo que hice, lo hice por debilidad. Sé que estuvo mal, lo sé. Solo espero tener la oportunidad de poder pedir perdón a aquellos chicos", reconoce. No dice cuántos fueron, pero le preocupa cuántos años de prisión le pueden caer.

Si hay algo que, según el antiguo profesor de educación física, le da fuerzas es su "conversión a la fe de los mormones". "En estos cuatro años he pasado cuentas con Dios, me he limpiado ante él, que es lo importante, y ahora sé que tengo que hacerlo ante la gente", prosigue, mientras camina hacia un prado próximo a su casa donde se presta a que le hagan unas fotografías. No quiere que se identifique el lugar. Lo ruega por su hermano, que sufre una minusvalía intelectual de casi el 50%. "Este fin de semana iré a hacer la declaración oficial ante el juez, que ya me ha citado, y luego tengo previsto desaparecer", explica. Lo hace, dice, para proteger a su mellizo, que se queda en el pueblo.

¿Cómo explica lo que pasó? "Fui débil, no me gusta que me llamen pederasta", afirma, tras reconocer que, durante años ocultó su condición homosexual, que ahora asume. "Ya sé que no es una excusa, ni un motivo que explique lo ocurrido, pero fui educado en el catolicismo más estricto, interno durante más de 16 años en un colegio con otros chicos, de mi edad y mayores que yo, con los que tuve los primeros contactos", cuenta.