La dirección de Podemos ve con preocupación la situación que atraviesa el partido después de la asamblea ciudadana Vistalegre 2, del pasado febrero. Aunque la victoria de Pablo Iglesias fue arrolladora, el progresivo deterioro de su imagen como líder, la caída en intención de voto y el alud de críticas que reciben de sus propias bases alarman a la cúpula pablista. Hacia fuera, cierran filas y niegan la angustia. Y sin embargo, EL PERIÓDICO ha podido constatar que la dirección está tan abrumada por la deriva que ha contactado con varias compañías demoscópicas para solicitar estudios (cuantitativos y cualitativos) que les ayuden a revertir esta tendencia.

Fuentes de máxima solvencia han confirmado a este diario que el partido solicita dos análisis. El primero, más amplio, para investigar qué factores espolean la mala imagen de Iglesias, constatada en los barómetros del Centro de Estudios Sociológicos (CIS). El secretario general, que llegó a situarse por encima de Pedro Sánchez y Mariano Rajoy, suspende ahora con un 3. La evolución evidencia que su mayor caída coincide con las negociaciones de gobierno (primavera del 2016) y con la pugna contra Íñigo Errejón(primer trimestre del 2017).

Aunque Iglesias se burla en público de los asesores que le pedían que fuese más cuidadoso con su aspecto, lo cierto es que la caída en los sondeos preocupa. Fruto de esa inquietud o no, en las últimas semanas utiliza más americanas y menos camisas de cuadros.

LA HIPÓTESIS, EN CUESTIÓN

El segundo estudio que pide la dirección de Podemos es más limitado, pero de mayor trascendencia ideológica, puesto que cuestiona las tesis defendidas por el pablismo en Vistalegre 2, que resultaron ganadoras: el partido pide estudiar la opinión que merece su trabajo parlamentario, para confirmar si siguen con la línea dura defendida por Iglesias o han de reconducir la estrategia hacia una "oposición útil", tesis defendida por Errejón y que fue derrotada en el cónclave.

Resulta significativo que Podemos no hiciese ninguno de estos estudios antes de Vistalegre 2. Es decir, a pesar de que existían dos lecturas sobre por qué perdieron un millón de votantes del 20-D al 26-J; a pesar de que Iglesias abogaba por endurecer la línea hacia la protesta en la calle mientras Errejón pedía ser útil en la oposición; a pesar de que el líder temía una "hostia bíblica" y su -entonces- número dos buscaba abrir el partido "a los que faltan", la dirección se sumergió en la asamblea ciudadana que había de decidir su rumbo político sin datos objetivos que avalaran las tesis que allí se defendieron.

Podemos no hizo ningún estudio a fondo más allá de un análisis de emergencia tras el 26-J encargado a Carolina Bescansa, entonces responsable de Análisis Social. La investigación se pide ahora y es una persona de la máxima confianza de Iglesias, a quien conoció en su etapa como asesor de IU, quien ha contactado con las empresas demoscópicas.

MALESTAR EN EL PABLISMO

El malestar ha llegado a la familia pablista. Algunos dirigentes censuran la línea dura defendida por Iglesias y la portavoz,Irene Montero, en el Congreso. Episodios como la sesión de control en la que el líder confrontó con Rajoy con aquel "me la suda, me la pela, me la refanfinfla” despertaron las críticas de quienes, siendo fieles al líder, están convencidos de que la estrategia del exabrupto y la bronca es destructiva.

Mientras, el 'argumentario' oficial desmiente que exista preocupación. Montero negó este martes, a preguntas de este diario, que la cúpula fuese a hacer ninguna reflexión por el mal resultado del último CIS. Alegó que el partido no puede caer en "cálculos tacticistas".