El primer ministro finlandés ya estaba avisado, por boca de Mariano Rajoy, de que España caminaba hacia una huelga general con la reforma laboral. Los ciudadanos nos enteramos gracias a una cámara y un micrófono mal apagados. Lo que el presidente no le confesó a su homólogo nórdico, y es seguro que también lo vaticinaba, es que ese mismo malestar iba a reflejarse en los sondeos.

Tres meses después de las elecciones generales, los primeros recortes del Ejecutivo, sus contrarreformas legislativas y los cambios en el mercado laboral le han hecho pagar al PP una primera leve factura en términos electorales: dos puntos en estimación de voto y entre cinco y siete escaños. No obstante, su mayoría absoluta está a salvo porque el PSOE, tras el trompazo y con nuevo líder, permanece petrificado y sin señales claras de movimiento.

Según el barómetro político de España del Gabinete de Estudios Sociales y Opinión Pública (GESOP) para EL PERIÓDICO, la distancia entre los dos grandes partidos se ha reducido dos puntos, los que pierde Rajoy, pues los socialistas, aunque suben en escaños, bajan un poco más en votos. El PP se situaría hoy en una horquilla de 179 a 181 diputados (ahora tiene 186), con una estimación del 42% de los sufragios (en las generales obtuvo el 44,1%).

La entronización de Alfredo Pérez Rubalcaba no lograría efectos catalizadores (pierde dos décimas respecto al 20-N), pero el partido recoge una parte del botín que ceden los populares y podría ganar dos escaños, de 110 a 112.