Si se recurre a la matemática pura y dura, el título de uno de los programas de culto ‘freak’ de la TDT se queda muy pero que muy corto. ‘Mil maneras de morir’, se llama. La combinación de grupos diferentes de 11 diputados (los mínimos necesarios para investir a Mariano Rajoy) con un tope de 84 escaños (los socialistas) arroja más de 18 billones y medio de alineaciones posibles para consumar la abstención del PSOE. Ahí es nada, aunque llevado a la arena política ese cálculo de probabilidades queda reducido a la mínima expresión. Primero, porque varios diputados críticos con la decisión de la gestora no están dispuestos a variar su ‘no es no’. Y segundo, y sobre todo, porque la actual cúpula ha dejado claro su rechazo a la denominada abstención técnica. O todos, o todos.

Ni la única grieta abierta desde el bando afín a la gestora parece allanar el camino. Una vez anunciada la decisión de abrir paso al PP, algunos dirigentes del PSOE manchego trataron de tender puentes con quienes reclaman la abstención técnica de solo 11 diputados y propusieron que esta se llevara a cabo en función de larepresentatividad territorial en el Congreso. Así, ya sea por laley D’Hondt o por porcentaje, los andaluces (20 escaños de 84) deberían ‘ceder’ tres parlamentarios, mientras que los ocho restantes se los repartirían, a razón de uno por cada territorio, Castilla y León (9), Castilla-La Mancha (7), Catalunya (7), Madrid (7),País Valenciano (6), Galicia (6), Aragón (4) y Extremadura(4).

Los vascos, los baleares y otras federaciones ‘menores’ no tendrían que mojarse, lo que de nuevo podría levantar suspicacias y recelos entre unos y otros. También podría optarse por el camino de en medio y hacer un sorteo para designar a los 11 abstencionistas, pero entonces los 84 parlamentarios (incluido Pedro Sánchez) deberían aceptar sin rechistar la posibilidad de que la china les tocara a ellos, algo que no es seguro que ocurriera.

LA BAZA DEL ESCAÑO VACÍO

A falta de que aparezcan voluntarios, lo más fácil sería por supuesto que se abstuvieran los parlamentarios de aquellas federaciones que defendieron sin ambages ni fracturas la abstención. Los andaluces, por ejemplo, no haría falta ni que emplearan a sus 20 diputados. Pero, claro, nadie quiere cargar con el muerto él solito. Como tampoco nadie ha resucitado públicamente (subrayamos públicamente) la propuesta que lanzó en julio Guillermo Fernández Vara. Entonces, el presidente extremeño planteó dejar vacíos tantos escaños socialistas como votos añadidos necesitara Rajoy.

Dado que en la segunda votación de la investidura se requiere solo ganar por mayoría simple (más ‘síes’ que ‘noes’), en esta ocasión sería necesaria la misma ausencia de 11 diputados para llevar a cabo esa estrategia y permitir al presidente eliminar la coletilla de “en funciones” con los 170 votos favorables del PP y Ciudadanos frente a los 169 del resto. Por cada diputado socialista que se ausentara, al grupo parlamentario le haría falta una abstención menos. Sería una forma de aumentar las probabilidades pero también una manera de escurrir el bulto ante un mismo resultado: facilitar la investidura de Rajoy. Sin embargo, no sería la primera vez que sucede: los tres diputados de la corrienteIzquierda Socialista (Manuel de la Rocha, José Antonio Pérez Tapias y Juan Antonio Barrio) se fueron del hemiciclo cuando en septiembre del 2011 se votó la polémica reforma constitucional para limitar el déficit público.

LA ‘OPCIÓN CHACÓN’

Ni una cosa ni la contraria, a los diputados socialistas todavía les queda otro comodín, el de la ‘opción Chacón’. En febrero del 2013, 13 de los 14 miembros del PSC rompieron la disciplina del PSOE y votaron a favor de las resoluciones de CiU e ICV referentes alderecho a decidir. La única que no lo hizo fue la exministra de Defensa y excabeza de lista de los socialistas catalanes. En lugar de levantarse de su escaño o de optar por una u otra opción, Carme Chacón dribló la situación quedándose quieta: ni se movió de su asiento ni pulsó botón alguno.