Preguntado por el contenido de la reforma constitucional que impulsa el PSOE y las posibilidades de que esta tenga éxito, Pedro Sánchez dijo ayer: «Lo importante es demostrar que tenemos propuestas y que las ponemos encima de la mesa». La iniciativa a la que se refiere el jefe de la oposición es la de un cambio federal por el que su partido aboga desde hace año y medio sin grandes concreciones. Se lanzó entonces, con Alfredo Pérez Rubalcaba de secretario general, como respuesta al auge del soberanismo en Catalunya, pero las posiciones están ahora más enfrentadas: el independentismo tiene más adeptos, se ha celebrado un sucedáneo de consulta y el Gobierno del PP se mantiene petrificado, sin ofrecer nada mientras crece el malestar territorial.

Reunidos en Zaragoza, los socialistas movieron ayer ficha, pero no fue la plasmación de cómo desean que sea la nueva Carta Magna, sino el último intento para que el presidente, Mariano Rajoy, abandone su quietismo. El comité de política federal del PSOE, que reúne al líder y los barones, acordó una declaración política. Entre otras cosas, señala que el jefe del Ejecutivo debe convocar una conferencia de presidentes (que tendría entre sus objetivos renovar el ya caduco sistema de financiación) y anuncia que el grupo socialista presentará «de inmediato» en la comisión constitucional del Congreso una propuesta para crear una subcomisión en la que «expertos, órganos constitucionales implicados y comunidades autónomas» delimiten los «aspectos de la reforma».

Es decir, qué cosas hay que cambiar de la Constitución, en lugar del contenido de esos cambios.

LA ACUSACIÓN

Rajoy es quien tiene que decidir. El líder del PP, sin cuyo concurso no se puede modificar la ley fundamental, ha dicho que este esfuerzo no se encuentra entre sus «prioridades». Ayer, la secretaria general de los populares, María Dolores de Cospedal, acusó al principal partido de la oposición de querer «dinamitar» las reglas del juego en España «para tapar sus problemas internos». A seis meses de las municipales y autonómicas de mayo, y a un año de las generales, el consenso entre los socialistas es que el Gobierno, que tiene mayoría absoluta y está siendo criticado por el ala dura del PP debido a su presunta timidez frente al pulso catalán, no se va a sumar a esta iniciativa.

La propuesta del PSOE tiene una pretensión clarificadora: dejar patente que considera que ha llegado el momento de «cambiar el sistema», hacer «pedagogía» sobre la reforma constitucional y, como señaló el primer secretario del PSC, Miquel Iceta, «comprometer al PP». Si los conservadores no apoyan el enfoque, como parece previsible, el PSOE planteará iniciativas legislativas concretas e insistirá, según un líder territorial, en que «el primer paso para cambiar la Carta Magna es echar al PP».

MENÚ ABIERTO

Mientras tanto, los socialistas siguen sin delimitar su propuesta. En su planteamiento original, en julio del 2013, abogaron por avanzar en regeneración democrática, proteger los derechos fundamentales y, en el plano territorial, blindar las competencias autonómicas, reformar el Senado y reconocer los hechos diferenciales.

Pero es susceptible de negociación. No es una propuesta cerrada. «Si desde la misma salida se le ofrece al otro el menú y no le gusta, es muy difícil que haya un entendimiento», explicó la presidenta de Andalucía, Susana Díaz. Gran referente del PSOE en estos tiempos difíciles para el partido y muy implicada en el debate territorial, Díaz dio ayer varios avisos.

En una apelación directa a Iceta, ya que el PSC llevó en su último programa electoral el derecho a una consulta en Catalunya, marcó las líneas rojas de la reforma: «la soberanía nacional de todos los españoles y la igualdad de los territorios». Después, sostuvo que las «prisas» no convenían en esta empresa. Díaz teme que el conflicto en Catalunya pueda llevar a enfocar el cambio legal solo en este sentido, dando «alas a los secesionistas» y «abortando» por el camino «el giro federal» que ella propugna «para todos los pueblos de España». Dentro del socialismo conviven distintas visiones.

Desde el PSC el enfoque presenta particularidades, y ayer Iceta pidió avanzar en el «reconocimiento nacional», una propuesta que no concita excesivos apoyos dentro del PSOE. El partido teme al debate sobre si Catalunya es o no una nación. Aun así, el líder del PSC salió satisfecho del cónclave.

También Sánchez, que solo era un diputado raso cuando su partido abrazó el federalismo. «Ante la radicalización de la política en Catalunya nos hemos encontrado con un presidente que solo ha planteado el bloqueo institucional, aumentando las posibilidades del independentismo en Catalunya -dijo-. Rajoy no ofrece señales de vida política inteligente. Solo los socialistas tenemos una propuesta de concordia».