El expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, y los cuatro exconsejeros que huyeron con él a Bélgica, Clara Ponsatí, Lluis Puig, Meritxell Serret y Toni Comín, están convencidos de que su decisión de trasladarse a Bruselas fue correcta y considera que si algo confirma la retirada de la orden europea de detención y entrega por parte del juez del Tribunal Supremo, Pablo Llarena, es el fracaso de la estrategia del Estado español.

«Ha retirado la orden de entrega porque tenía miedo de que el juez belga decidiera que lo que hemos hecho es perfectamente normal en un sistema democrático. El Estado español ha intentado que Bélgica ejecute en nombre de unos principios europeos acciones que claramente van en contra de los principios europeos», explicó el cabeza de lista de Junts per Catalunya durante su segunda rueda de prensa en Bruselas tras la celebrada el 31 de octubre.

«Al Estado español le ha entrado miedo a perder, a hacer el ridículo. Tienen miedo de la mirada del mundo», añadió agradeciendo al equipo de abogados, encabezado por Paul Bekaert, Christophe Marchand y Michele Hirsch, el trabajo llevado a cabo para tumbar el caso español. Es más, si hay algo que ha fracasado, subrayó, no ha sido la vía independentista sino «la ausencia de política del Estado español para hacer frente a la crisis constitucional» que vive España. «Esto es un fracaso», que «el sistema español 30 días después de emitir una euroorden por unos delitos gravísimos se ve obligada a retirarlo para evitar el ridículo», destacó. Según Puigdemont, la última decisión judicial corrobora que o bien el gobierno español no era consciente de que «tenían una bases muy débiles» para sostener la euroorden o simplemente que era «una chapuza jurídica». En todo caso, demuestra a su juicio lo que siempre han denunciado, que «estamos delante de una persecución política que se administra con ritmos y criterios políticos» y si el Estado no se ha atrevido al final a proseguir con la petición de la euroorden «es porque sabe que los delitos de rebelión y sedición no son aceptables».

Lo que no dejó claro Puigdemont es si regresará finalmente a Cataluña tras las elecciones del 21-D. «Tenemos la intención de volver y sobre todo las ganas de volver. Otra cosa es que eso pueda ser posible. Como no existen las garantías, antes de tomar esta decisión lo tendremos que pensar muchas veces», justificó. Paradógicamente Puigdemont aseguró también que si salen elegidos en las elecciones del 21-D «tomaremos posesión de nuestra acta que legítimamente habremos ganado en las urnas» aunque también ha indicado estar dispuesto a quedarse en Bélgica a vivir para siempre. “Desde el momento en el que tomo mis decisiones estoy preparado con todas las consecuencias», dijo.