A Meritxell Batet (Barcelona, 1973) ya se la colocaba en las quinielas para formar Gobierno cuando los socialistas intentaron evitar la reelección de Mariano Rajoy. Su fidelidad a Pedro Sánchez la ha situado al frente de Administración Territorial y su misión será destensar el conflicto catalán y ofrecer recetas para apaciguar a los independentistas.

Batet se propone «poner la política en marcha» para tender puentes con la Generalitat, dispuesta a diseñar una estrategia de negociación basada en su «catalanismo ponderado y racionalidad española».

De familia humilde, estudió Derecho con becas y trabajó en bares para sustentar a su familia. Y es que su precariedad le llevó a vivir un desahucio junto a su madre. Se licenció en 1995 y, tras dar clases en la universidad, se abalanzó al terreno político.

Empujada por su admiración hacia Felipe González, aceptó formar parte de la primera secretaría del PSC con Narcís Serra al frente. José Montilla la animó a saltar al Congreso con la victoria de José Luis Rodríguez Zapatero. Recogió su carnet en el 2008, y ahí empezó su escalada.

En las últimas cinco legislaturas, ha sido diputada en la Cámara baja, donde conoció a su ahora exmarido, el popular José María Lassalle. Aceptó su primer gran reto como relevo de Carme Chacón encabezando la lista para el Congreso el 26-J.

Aconsejó a Soraya Sáenz de Santamaría negociar para construir «un proyecto ilusionante» para los catalanes. Y este consejo se lo aplicará ahora a sí misma.