Las reuniones de ayer de ERC y Junts per Catalunya (JxCat) para poner en marcha la nueva legislatura catalana no fueron bien. Hasta el punto de que las negociaciones quedaron congeladas. El problema es el mismo que los partidos, pese a haber avanzado en la estructura del Govern, no consiguen solventar desde el inicio de las conversaciones: ¿quién será el líder del nuevo Ejecutivo? La lucha por el poder se ha recrudecido en las últimas horas. Las dos principales formaciones independentistas batallan por los cargos de la próxima legislatura, y por el relato con el que se explica la nueva situación. En JxCat están más interesados en la épica, en mantener el conflicto con el Estado. Es una estrategia que ya les dio unos resultados inesperadamente buenos en las elecciones, y que les permitió situarse por delante de ERC. Los republicanos están en una etapa más pragmática, y buscan un Gobierno «estable» con un presidente «efectivo».

Las versiones de por qué se ha llegado a este nuevo escenario de bloqueo difieren considerablemente de una formación a otra. Ambas partes coinciden en que el pacto estaba cerca de cerrarse, y en que los últimos flecos lo han impedido. Y también en que el parón de ayer jueves no tiene por qué convertirse en un bloqueo definitivo, aunque sectores de la lista de Puigdemont siguen advirtiendo de que la repetición de elecciones es una opción que aún no cabe descartar.

Para JxCat, el bloqueo está motivado por el planteamiento demasiado ambicioso de sus hasta ahora socios. Los republicanos «quieren demasiadas cosas»», en especial en el ámbito del control de la comunicación del Govern, sostienen esas fuentes. Figuras como la del portavoz de la nueva Generalitat o cargos como la dirección de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales (CCMA) están en disputa.

En el centro de la discusión sigue estando la figura de Puigdemont. El expresidente, cesado por el Gobierno tras la aplicación del artículo 155 de la Constitución, no quiere quedar relegado a un papel honorífico. Aunque permanezca en Bruselas, al frente de una estructura paralela al Govern que se forme en Cataluña, reclama atribuciones que estatutariamente corresponden al líder de la Generalitat, como la de convocar elecciones o la de cesar consejeros, sostienen fuentes conocedoras de la negociación.

Todo apunta a que Puigdemont ya ha asumido que no tendrá el título formal de presidente de la Generalitat, pero, sus fieles sostinen que «tiene que mandar»,

Según fuentes consultadas por este diario, los posconvergentes defienden además las opciones de Jordi Sànchez para encabezar el Ejecutivo en Cataluña, una opción que contribuiría a alargar el desgobierno porque es muy dudoso que pueda ejercer mientras siga en la cárcel. Mientras, los republicanos aducen que, si se trata de «restituir» el Ejecutivo anterior, Oriol Junqueras debería ser el elegido. Sin embargo, la discordia es tal que otras fuentes aseguran que la opción Junqueras ni siquiera se ha planteado.