El rey Felipe VI subrayó ayer la «importancia» y «trascendencia» del Mobile World Congress (MWC) y destacó que «la historia de este congreso en Barcelona es la historia de un éxito conseguido a lo largo de años de trabajo». En su discurso en la cena de bienvenida a los participantes en la feria celebrada en el Palau de la Música, el Monarca se centró en lo relevante de la cita y eludió menciones explícitas a la situación política en Cataluña. Sin embargo, sí lanzó un aviso a navegantes: gran parte de este triunfo se debe a la «cooperación institucional» entre Gobierno central, Generalitat de Cataluña y Ayuntamiento de Barcelona, una colaboración fundamental para que el MWC siga en Barcelona.

La presencia del Rey en Barcelona por primera vez desde la destitución del Govern había generado gran expectación. Pero Felipe VI prefirió esquivar la polémica política, y centró su discurso en los beneficios que el congreso reporta a Barcelona. Sin embargo, su advertencia en torno a la necesidad de mantener la colaboración para que el MWC siga celebrándose en Barcelona entronca con las críticas de la oposición a las protestas contra la visita del Monarca.

SONADA CACEROLADA / «La cooperación institucional con objetivos claros y en beneficio de todos es una clave evidente de este éxito. Este mismo compromiso firme de nuestras administraciones, corporaciones y compañías debe ser siempre un propósito esencial para que este encuentro siga consolidando cara al futuro su proyección e influencia en todo el mundo, y lo haga desde aquí, desde Barcelona», manifestó el Monarca, mientras en la calle tenía lugar una sonada cacerolada, cuyo eco llegó al interior del Palau de la Música.

Pronunciado en inglés, castellano y catalán -hizo el aviso sobre la importancia de la colaboración institucional en este último idioma-, el discurso del Rey se centró en la relevancia del congreso para la ciudad de Barcelona, que tiene un «evidente y directo impacto sobre el progreso y el bienestar de millones de ciudadanos». «Esta es una cita clave que los barceloneses reciben, conscientes de la importancia y trascendencia de cómo -y hacia dónde- se mueve la tecnología digital móvil en nuestros días, y de que ya hay pocos ámbitos de nuestras vidas y de nuestras economías que queden al margen de su influencia», añadió.

La visita del Rey a Barcelona estuvo acompañada de una tarde y noche de concentraciones en favor y en contra de la presencia del Monarca, unas movilizaciones que en algunos casos derivaron en cargas policiales. También generó una ola de reacciones políticas, igualmente a favor y en contra. El más madrugador fue el expresident Carles Puigdemont, quien a través de Twitter manifestó que Felipe VI «será bienvenido a la república catalana como máxima autoridad de España cuando pida perdón por su papel inconstitucional el pasado mes de octubre».

PLANTE INSTITUCIONAL / Ni la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ni el presidente del Parlament, Roger Torrent, ni ningún representante de la Generalitat participaron en la recepción oficial al Rey. Un plante que el Gobierno central calificó de «injusto y mezquino», al tiempo que avisó de que comportamientos de este tipo ponen en peligro la permanencia del congreso en la ciudad.

Esta advertencia no modificó la decisión de Colau, quien en su cuenta de Facebook se ratificó en su rechazo al besamanos por considerarlo «un acto de pleitesía y vasallaje impropio de una democracia del siglo XXI».

Igual que Colau, Torrent también participó anoche en la cena de bienvenida. Se sentaron junto al Rey, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría; el ministro de Industria, Álvaro Nadal, y representantes de la organización del MWC.