Pedro Sánchez ya tiene perfilado un calendario para convocar elecciones y un programa de gobierno si triunfa su moción de censura, algo que sigue sin estar claro. El líder socialista evitó concretar el pasado viernes cuándo se celebrarían los comicios, limitándose a decir que las generales tendrían lugar después de «recuperar la normalidad política e institucional, regenerar la vida democrática y atender a las urgencias sociales». Pero otros dirigentes fueron más concretos ayer, dos días después de la condena al PP por el caso Gürtel. Hablaron de «meses». La idea del PSOE, según fuentes de su dirección, pasa por convocar las elecciones en la primera mitad del año que viene. Hasta entonces, Sánchez quiere tramitar en el Congreso las leyes que el Gobierno de Mariano Rajoy ha vetado alegando que afectaban a los Presupuestos.

No hay fecha cerrada para las generales, y todo dependerá de las iniciativas que logre aprobar el hipotético ejecutivo de Sánchez: leyes como la de la subida de las pensiones, la derogación de la ley mordaza, la universalización de la asistencia sanitaria, la ampliación de la memoria histórica y la supresión de las tasas judiciales. Los socialistas creen que los grupos con los que esperan sacar adelante la moción de censura no tendrían problemas en apoyarlas.

La suma probable / Ciudadanos, en principio, no entra en el grupo. Los naranjas tacharon ayer de «irresponsable» la iniciativa del PSOE y abogaron por sustituirla por otra «instrumental», cuyo único objetivo sería convocar elecciones inmediatas. Los socialistas replican que la moción de censura, como instrumento recogido en la Constitución, es siempre «constructiva»: está diseñada para gobernar tras haber desalojado del poder al anterior presidente. Con el apoyo de Unidos Podemos y sus confluencias ya garantizado (71 diputados), el PSOE mira a ERC (9), el PDECat (8) y el PNV (5) para alcanzar la mayoría absoluta del Congreso, situada en 176 escaños.

Pero los socialistas insisten en que no piensan «negociar» nada con los independentistas. Las llamadas que harán a estos partidos, explican en el entorno de Sánchez, serán «protocolarias». Todo el discurso estará dirigido a echar a Rajoy, un enfoque que permite a la dirección del PSOE tranquilizar a sus líderes territoriales y «poner contra las cuerdas» a Albert Rivera, trasladando que el líder de Ciudadanos se pone de nuevo «al lado de la corrupción del PP».

Sin contestación interna / A diferencia de hace dos años, cuando intentó sin éxito llegar a la Moncloa, Sánchez tiene ahora todo el control de su partido. Por mucho que el PP apele a los barones socialistas para frenar al secretario general, llamándole «Judas de la política» que está dispuesto a alcanzar el poder con «los herederos del terrorismo» y va a colocar a España de «rehén de los independentistas», es poco probable que los presidentes autonómicos del PSOE alcen la voz en el comité federal que el partido celebrará mañana lunes. Cualquier distanciamiento en este sentido sería interpretado por la militancia como una ayuda a Rajoy.

Con Cs es distinto. «No veo a Rivera apoyando la moción», explica un dirigente cercano a Sánchez. Aun así, los socialistas señalaron ayer que estaban dispuestos a acelerar la convocatoria electoral, un mensaje pensado para presionar a Rivera. «Ciudadanos quiere que se convoquen elecciones y no va a haber problema. Quiere que no se haga ningún pacto con independentistas y no lo va a haber», dijo en la COPE el secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos.

Sus palabras no tuvieron ningún efecto en el partido naranja. Su secretario general y número dos, José Manuel Villegas, reiteró el voto en contra de la candidatura de Sánchez. El líder socialista, dijo Villegas, debe retirar su moción de censura y pactar con Ciudadanos otra con un aspirante «instrumental» que convoque elecciones sin más. Pero solo en el caso de que el líder del PP no dimita. «Estaremos dispuestos a sentarnos con el PSOE y hablar de cómo damos voz a los españoles si Rajoy se enroca y se empeña en alargar su agonía», explicó.

El escepticismo del PSOE con los naranjas también funciona a la inversa. En el partido de Rivera no creen que Sánchez vaya a dar marcha atrás. Su propuesta a los socialistas fue otro gesto cara a la galería.

En la dirección del PSOE esperan que las posiciones de partida de los independentistas catalanes, sobre todo la antigua Convergència, y los nacionalistas vascos tengan mucho de «postureo». Pero no están nada seguros. «No vemos tan claro al PNV y creemos que el PDECat intentará sacar algo a cambio», explican en el círculo de Sánchez.

La retórica oficial de estos partidos, por el momento, es dura. La coordinadora general del PDECat, Marta Pascal, dijo que Sánchez «es un candidato que ha insultado al president [Joaquim] Torra y ha sido cómplice del 155». El propio Torra, al que el líder socialista considera un «racista», condicionó el respaldo a la moción de censura a que el secretario general del PSOE apoye «a los presos políticos y exiliados». Fuentes del PDECat señalan, sin embargo, que serán ellos quienes tomen la decisión, no la facción más cercana a Carles Puigdemont de los posconvergentes, sin representación en el Congreso, y anticipan que la moción tiene muchas posibilidades de salir adelante con sus votos. En ERC dicen lo mismo.

Desde el PNV, su presidente, Andoni Ortuzar, trasladó que todo iba a depender de que Sánchez acepte «abordar un cambio en el modelo territorial». Los nacionalistas vascos, que gobiernan con los socialistas en el País Vasco y apoyaron esta semana los Presupuestos de Rajoy, son la pieza clave, pero tiene argumentos para respaldar al líder del PSOE. Su gobierno podría contribuir a rebajar el auge del nacionalismo español y la crisis en Cataluña, así como a alejar del poder a Ciudadanos, su gran bestia negra.