La batalla por el poder en el PP, un partido acostumbrado a lavar la ropa sucia dentro de casa y a elegir a los relevos por el viejo sistema del dedazo, se recrudece día a día, hasta alcanzar cotas similares a formaciones como el PSOE y Podemos, mucho más proclives a airear sus luchas orgánicas.

A las puertas de la segunda vuelta del proceso para nombrar al sucesor de Mariano Rajoy, que tendrá lugar el viernes y sábado con el voto de los 3.082 compromisarios, Soraya Sáenz de Santamaría y Pablo Casado, los dos candidatos, se acusan de ser incapaces de «integrar», pecar de «soberbia» y recurrir al juego sucio.

La pugna tiene un componente ideológico, con Casado lanzando mensajes que se sitúan a la derecha de los desplegados por el PP cuando estaba en el Ejecutivo, pero se libra, sobre todo, en el plano personal. Casado, que en la primera fase de las primarias obtuvo 19.967 apoyos de los militantes frente a los 21.513 que consiguió la exvicepresidenta, defiende la necesidad de un debate con su rival. Pero la dirección del PP no lo cree conveniente, porque a su juicio solo contribuiría a profundizar las heridas internas, y Santamaría tampoco.

RECHAZO AL CARA A CARA / La aspirante justificó ayer su posición argumentando que la negativa a batirse cara a cara no obedece a ningún interés personal. Al contrario. Casado, sostuvo que la exnúmero dos de Rajoy perdería en una cita de este tipo. Pero quien saldría más perjudicado, continuó, sería el propio PP, en beneficio del PSOE, que lidera las encuestas desde que llegó al Gobierno. Santamaría condensó así las dos principales críticas que su equipo lanza al adversario: falta de preparación y desinterés por la unidad de las siglas.

«A mí un debate con Casado me vendría personalmente muy bien. Sería muy fácil comparar preparación, trayectoria, currículum, experiencia, programa… Pero no estoy a lo que a mí personalmente me venga bien. Estoy a lo que venga bien al partido y a España», dijo en Abc la exvicepresidenta, que recordó que ella, a diferencia de su rival, tiene una amplia experiencia en debates con María Teresa Fernández de la Vega, Alfredo Pérez Rubalcaba, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera.

«La soberbia no hace ganar congresos, pero sí perder elecciones», contestó Casado durante un acto en Alicante. Fue más allá. Ante los intentos de Santamaría para que dé un paso atrás después de haber quedado en segundo lugar en la votación directa de los afiliados, el candidato dijo que la trayectoria de su adversaria muestra que es incapaz de «integrar». Por eso, sostuvo, los equipos de los otros aspirantes que no pasaron el corte están colaborando con él y no con Santamaría.

«Estamos cinco candidaturas trabajando juntas [contra ella] y también destacados compañeros de Gobierno, como Isabel García Tejerina, Rafael Catalá y Juan Ignacio Zoido. Yo sí soy la integración. Toda mi vida política me he dedicado a coser. Otras candidaturas no fueron capaces de integrar ni dentro del Consejo de Ministros», explicó Casado, que hoy estará arropado por María Dolores de Cospedal. La exministra de Defensa, que ocupó el tercer lugar en la primera vuelta con 15.090 papeletas, asistirá a la conferencia que el candidato dará en Madrid.

No hay precedentes para calibrar cómo afectará al voto de los compromisarios un cruce de acusaciones de este calibre dentro de una batalla que subió varios grados el pasado viernes, con la difusión de un vídeo anónimo muy crítico con Santamaría. La cinta asegura que la exvicepresidenta no puede «renovar» el PP, porque su principal respaldo se encuentra en dirigentes históricos como Javier Arenas, Celia Villalobos y Cristóbal Montoro. El equipo de Santamaría denunció el vídeo ante el comité organizador del PP y señaló a Casado.