En un día caótico desde el punto de vista informativo, el presidente catalán, Quim Torra, anunció ayer que rompía oficialmente relaciones con el Felipe VI. Eso sí, en la misma jornada acudió a una concentración contra la Corona y poco después a la inauguración de los Juegos Mediterráneos, donde, precisamente, coincidió con el Monarca. Fría fue la cordialidad que presidió el primer encuentro entre el Rey y el presidente catalán. La inauguración del acontecimiento deportivo que desde ayer alberga Tarragona propició una imagen que había generado una enorme expectación, pero que se saldó con un saludo protocolario entre bambalinas y una coexistencia educada en el palco, con Pedro Sánchez entre ambos. El Monarca dio por inaugurados los juegos entre la ovación general y la pasividad del dirigente catalán, que se ahorró los aplausos.

Como había prometido, Torra aprovechó el apretón de manos con el Rey para entregarle un libro sobre las cargas policiales del pasado 1 de octubre y unos informes del Síndic de Greuges (defensor del pueblo catalán) sobre la actuación policial de aquella jornada. No hubo ninguna otra comunicación entre ellos. El president y Pedro Sánchez, que mantendrán un encuentro en la Moncloa el próximo 9 de julio, sí departieron durante el acto.

ALGUNOS PITIDOS AL HIMNO / En las gradas del estadio del Nàstic, más vacías de lo esperado, tampoco hubo mucho lugar para la polémica. Hubo algunos pitidos al himno español al principio, pero los aplausos fueron mayoritarios. Y la delegación de los atletas españoles fue recibida con muchas banderas y con una ovación casi unánime.

A la Generalitat se le fue de las manos el pulso que había planteado al Rey con respecto a un eventual plante de Torra. Dejó la decisión para el último momento, y durante la mañana los asesores del president cambiaron varias veces de opinión acerca de qué convenía más a sus intereses de escenificar el malestar con la Corona.

EN EL PALCO / El president compartió finalmente palco con el Monarca, a pesar de que desde la Casa del Rey se ignoraron la petición de una reunión previa entre ambos y la exigencia de que Felipe VI pidiera disculpas por su papel tras el referéndum del 1 de octubre.

Torra hizo esas demandas en una misiva a Felipe VI, enviada el miércoles y firmada también por Carles Puigdemont y Artur Mas. La Casa del Rey reenvió esa carta al Gobierno, que cree que es quien debe ser el interlocutor político de la Generalitat. El líder del Ejecutivo catalán y los dos expresidents urgían al Monarca a mantener una reunión, aprovechando la ceremonia de Tarragona, y le reprochaban las «heridas abiertas» que dejó su discurso del 3 de octubre. Pero el Ejecutivo de Pedro Sánchez descartó ese encuentro, aunque su portavoz, Isabel Celaá, no quiso hacer sangre con la actitud del Govern y subrayó la necesidad de «normalizar» las relaciones con Cataluña.

Después de una mañana de rumores y filtraciones en direcciones contrapuestas, Torra confirmó en una declaración institucional que estaría en Tarragona. Antes de hacerlo, insistió en sus argumentos contra el Rey, que, dijo, «dio cobertura y apoyo a la represión contra más de dos millones de personas, que causó mil heridos de diversa consideración». El presidente de la Generalitat, que el jueves evacuó consultas con Carles Puigdemont en Berlín sobre qué decisión tomar, anunció que iba a Tarragona, pero con condiciones. Con respecto al acto de ayer y también a los que se celebren a partir de ahora. Advirtió, por ejemplo, de que ni él ni ningún miembro del Govern asistirán «a ningún acto organizado por la Monarquía», y que la Generalitat tampoco invitará al Rey a ninguno de los actos que convoque.

«AQUÍ MANDAN LOS CATALANES» / «Estaré porque estos Juegos se hacen en Tarragona, en Cataluña, y se han organizado y pagado desde nuestro país. No echarán al president de nuestra casa. La presencia del Monarca no condicionará nuestras decisiones. En Cataluña mandan los catalanes», justificó su decisión.

Antes de acudir al estadio del Nàstic a presenciar la ceremonia inaugural, el presidente de la Generalitat quiso subrayar de nuevo su malestar asistiendo a una concentración previa organizada por la ANC. Allí, y jaleado por unos 300 independentistas que coreaban «Fora el Borbó» o «Llibertat presos polítics», Torra se quejó de la situación de los dirigentes soberanistas encarcelados y de los desplazados al extranjero. «En España no hay justicia», aseguró.

«No haremos como si no pasara nada. Por los presos políticos y por los exiliados, por nuestro derecho inalienable a la autodeterminación. Por dignidad. Y hoy, por encima de todo, por Tarragona», proclamó el president antes de poner rumbo al acto alque en principio no iba a acudir.