Una vez finalizada su reunión con la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, el vicepresidente Oriol Junqueras abandonó la Conselleria d'Economia y se dirigió al Palau de la Generalitat para departir con el ‘president’ Carles Puigdemont. Ya por la tarde y a lo largo de la mañana del miércoles, fuera a micrófono abierto o bien en privado, a sus colaboradores más cercanos, el líder de ERC expresó su gran sorpresa por la falta de concreción del Gobierno central en su llamada ‘operación diálogo’.

"Hay que hablar mucho". Esta es una de las frases más repetidas, según fuentes del Govern, por Santamaría en su encuentro del martes cuando Junqueras le inquiría sobre la manera de solucionar asuntos candentes sobre la mesa. Cualquiera de los 45 de la lista de 46 que, sucesivamente, Artur Mas y Puigdemont presentaron a Mariano Rajoy en sendas reuniones en la Moncloa.

"Otros gobiernos prometían y luego incumplían sistemáticamente", apunta una voz conocedora de los entresijos negociadores de los últimos meses, y que pone como ejemplo el famoso plan de Rodalies de José Luís Rodríguez Zapatero que debía arreglar la red ferroviaria existente, por un importe de 4.000 millones, y que al final se ha quedado en casi nada. "Estos ni prometen", sigue la cita fuente para sentenciar: "Pero es que ni 50 millones para Rodalies, ni el Corredor Mediterráneo, ni el desdoblamiento de la N-II, ni la conversión de la casi decimonónica N-340 en la autovía A-7. Nada. Ni se esfuerzan por revestir con una pátina de credibilidad su adscripción al diálogo".

Como apuntó él mismo en RAC-1, Junqueras trató de "elevar" la conversación introduciendo aspectos macroeconómicos como el agotamiento del fondo de pensiones y, sobre todo, el tema-fetiche del vicepresidente, la deuda del Reino de España y qué pasará cuando suban los tipos de interés. ¿La razón? "Son asuntos que nos seguirán incumbiendo aun cuando seamos independientes", apunta una voz de la ‘conselleria’ de Economía. Fuera por lo que fuera, Sáenz de Santamaría no entró ni tan solo a abordar tales asuntos.

¿Y si no traía ningún conejo en la chistera y estaba claro que por el camino del referéndum (el 46º punto) no se iban a encontrar, cuál fue el motivo de la reunión? La vicepresidenta insistió y mucho en la necesidad de que el Puigdemont acuda a la Conferencia de Presidentes autonómicos del próximo día 17 en Madrid: “Vuestro presidente tiene que ir”, apuntan las mismas voces del Ejecutivo. Eso sí, la voluntad, e incluso el deseo de ver a Puigdemont por Madrid, se circunscribe a los encuentros multilaterales porque sobre la entrevista solicitada por el ‘president’ a Rajoy no hubo ni noticia ni avance.

EL PARALELISMO DE SORAYA

Con todo, la falta de propuestas de quien tiene la capacidad política y económico de hacerlas, el Estado, no es percibida como el principal torpedo contra la línea de flotación de la ‘operación diálogo’. Es la judicialización de la política catalana la que todos los sectores oponen al nuevo talante del PP en el Gobierno. Por esa razón, Junqueras apuntó el asunto y la respuesta fue en dos tiempos. Primero, negar toda vinculación política de los actos de la justicia, a lo que el vicepresidente recordó que el fiscal general del Estado está a las órdenes de quien está. Y, después, Sáenz de Santamaría adujo que a ellos [el PP] “también” sentían el peso de la persecución judicial, en referencia implícita a los casos de corrupción del partido. La comparación, o como mínimo el paralelismo, causó estupor en las filas catalanas.

Eso sí, todas las voces consultadas coinciden en que el tono de la reunión fue “muy cordial, con muy buen rollo”, como ya a ocurrido en las ocasiones precedentes en que se han entrevistado ambos vicepresidentes. Algo que encaja con uno de los principios básicos del obrar político de Junqueras, no solo como número dos de la Generalitat, sino también como líder de ERC: “Nos conviene ser claros en los contenidos e impecables en las formas”, ha repetido una y otra vez Junqueras a los suyos, ya fuera en la trinchera del ‘procés’ contra el Estado o en la más interna contra CDC y/o la CUP.