Ante la llegada del verano aparecen nuevas dietas que tienen en común el anuncio de una rápida pérdida de peso sin esfuerzo. Son las llamadas ‘dietas milagro’, que introducen un aporte calórico muy restrictivo que conduce a situaciones de carencias en vitaminas y minerales y alteraciones metabólicas, y a una monotonía alimentaria que las hace insostenibles en el tiempo y peligrosas para la salud. Estas ‘dietas milagro’ son fruto de la búsqueda de beneficios económicos más que de la promoción de una alimentación sana.

Tal y como señala la responsable de la Unidad de Nutrición y Dietética del Hospital Provincial, Patricia Sorribes, “ante esta situación de restricción calórica, el organismo reacciona con un aumento de la destrucción de las proteínas corporales como fuente alternativa de energía. Esta situación provoca una pérdida de masa muscular y la formación de cuerpos cetónicos, peligrosos para el organismo cuando su formación se prolonga en el tiempo”.

PÉRDIDA DE PESO

El éxito espectacular del régimen ante la báscula durante las primeras semanas se debe a que el tejido muscular es muy rico en agua, con lo que se elimina mucho líquido en la primera fase, favorecido en algunos casos por el consumo de diuréticos, lo que conduce a una llamativa pérdida de peso.

“El problema de estas ‘dietas milagro’ es la rápida recuperación del peso perdido cuando se abandona el régimen. Esta tendencia a la recuperación del peso se produce porque las situaciones de semiayuno ponen en marcha potentes mecanismos que se oponen a la pérdida de peso: mayor eficacia metabólica, ahorro energético e incremento del apetito, que conducen a recuperar el peso perdido en cuanto se vuelve a comer normal”, señala Sorribes.

Las dietas muy restrictivas en algún nutriente y muy bajas en calorías constituyen un riesgo inaceptable para la salud, ya que pueden agravar el riesgo metabólico; provocar desnutriciones proteicas y déficit en vitaminas y minerales; desencadenar trastornos como la anorexia y bulimia; producir efectos psicológicos negativos; y favorecer el efecto rebote.

De forma general, estas dietas se pueden clasificar en tres grupos:

a) Dietas hipocalóricas desequilibradas: en estas se incluyen la dieta de la Clínica Mayo, ‘Toma la mitad’, Gourmet, Dieta Cero. Estas dietas provocan un efecto rebote que se traduce en un aumento de masa grasa y pérdida de masa muscular, existiendo una adaptación metabólica a la disminución drástica de la ingesta energética, que se caracteriza fundamentalmente por una disminución del gasto energético. Estos regímenes suelen ser monótonos, además de presentar numerosos déficits en nutrientes sobre todo si se prolongan por mucho tiempo.

b) Dietas disociativas: Dieta de Hay o Disociada, Régimen de Shelton, Hollywood, de Montignac, Antidieta... Se basan en que los alimentos no contribuyen al aumento de peso por sí mismos, sino al consumirse según ciertas combinaciones. No limitan la ingesta de alimentos energéticos sino que pretenden impedir su aprovechamiento como sustrato energético con la disociación.

c) Dietas excluyentes: se basan en eliminar de la dieta algún nutriente. Son: 1) Ricas en hidratos de carbono y sin lípidos y proteínas, como la del Dr. Prittikin y del Dr. Haas; 2) Ricas en proteínas y sin hidratos de carbono: de Scardale, de los Astronautas, de Hollywood y la de la Proteína Líquida. Producen una sobrecarga renal y hepática importante; y 3) Ricas en grasa: Dieta de Atkins, de Lutz. Se conocen como cetogénicas. H