Cuando se acerca el final de un ciclo de historias biográficas de Seres Humanos de Castellón, que empezó en verdad hace veinte años y abarca a varios cientos de personajes, hay algunos a los que, aunque era una y otra vez mi deseo, no han podido estar aquí, hasta ahora.

Archivos y bibliotecas han sido mi destino en tantas y tantas ocasiones. Y es que me ha atraído siempre ese momento estelar de Castellón entre el final del siglo XIX y el comienzo del XX que mira qué casualidad, es cuando llegó la electricidad a nuestra ciudad.

En mis búsquedas, me han llamado la atención siempre las inauguraciones como la del Teatro Principal en 1894 y la dotación a la ciudad del alumbrado público ya a final de siglo. Y en el XX, la Cámara Oficial de Comercio en 1901, la Junta de Obras del Puerto en 1902, la Caja Rural de Castellón en 1903, y a continuación, la Aduana en el Grao, la Escuela de Artes y Oficios, el Instituto de Segunda Enseñanza, las Escuelas Pías y el Hospital Provincial.

Pero de Elena, por más que he buscado, apenas he encontrado nada que me obligara.

ELENA. Me refiero, claro, a la que fue notable pintora Elena Arquimbau que nació en 1880 y su bisnieta, la maestra Pilar Sanmillán, ha sido en verdad mi punto de contacto y de información válida, en el aspecto personal.

Aunque bastante más mayores que yo, tuve cordiales relaciones con los hijos de Elena es decir, Miguel y José Sanmillán. El mayor era un mago del diseño, experto creador de gaiatas en aquellos primeros años magdaleneros y antes y después, en diplomas de gran calado. Un tiempo vecino mío en la calle Gobernador, frente al Palacio del Obispo. Y con don José Sanmillán, famosísimo desde el mundo sindical y especialmente del musical y artístico, con tantos jóvenes en seguir el compás de sus bailes y canciones de tipo costumbrista, padre, además, de Chema Sanmillán, que fue un tiempo director del periódico de Castellón Diario, después de Paco Pascual y antes de Juan Enrique Mas o Basilio Trilles, todos ellos amigos.

Pero de Elena me atrae su esfuerzo y su labor para que la mujer, ya entonces, estuviera aceptada como los hombres, tanto como pintora y como experta en mil trabajos como un ser humano más. Cuando ella contaba con 19 años, encuentro su primera referencia el 12 de mayo de 1899 en el periódico Heraldo de Castellón. Dice:

«Esta noche quedará expuesta en el escaparate del favorecido comercio de don Ezequiel Dávalos, el estandarte de los peregrinos de esta capital, pintado imitación a bordado, por la notable profesora doña Elena Arquimbau como verán por la muestra que nos ocupa y por otros lindísimos trabajos que quizás se expondrán también en esta misma noche en diferentes comercios».

MATRIMONIO. Es sabido que Elena Arquimbau contrajo matrimonio en Castellón con el escultor Miguel Sanmillán Artola, uno de los primeros fotógrafos de España, del que se incluyeron gran número de imágenes fotográficas en el libro de Sarthou Carreres Manual de Fotografías de la Región Valenciana. Sus dos hijos y según doña Herminia Samblás Arroyo en expresión que aplaudo, heredaron la magia creativa de su madre, cada uno de ellos, con su propio estilo y dedicación, con su arte y talante.

Los pequeños Sanmillán guardaban como un tesoro el hecho de haber oído que su abuela mantenía muy buenas relaciones con la Casa Real y que cuando su tío Miguel estuvo en Madrid en tiempos de la dictadura de Primo de Rivera, vio expuesto un cuadro firmado por su madre.

He mostrado varias veces interés por hablar del ilustre vilarealero don Juan Flors García, médico, editor y filántropo, poseedor del título de Caballero Cubierto ante el Papa, creador de la Fundación Flors, tan admirada por su labor y que tuve ocasión de vender muchos libros de su procedencia, en mis tiempos de la librería Armengot. Bueno, pues Elena es descendiente de los Flors. Nació en Vila-real, pero la familia Arquimbau Flors vino a vivir en Castellón, en una casa de la antigua plaza de la Victoria, hoy Avenida del Rey Don Jaime, frente al centenario Instituto Francisco Ribalta. También hay una relación familiar de Elena con el ilustre abogado don Vicente García Arquimbau, que contrajo en su tiempo matrimonio con la muy apreciada Juana Pérez de Heredia, que fuera en Castellón presidenta de Unicef con éxito.

A principios de 1930, Elena quedó viuda y tuvo que enfrentarse a las duras condiciones económicas de la época y, para poder sobrevivir, preparó y aprobó unas oposiciones de telegrafista. Fue, claro una de las primeras mujeres de España en esta profesión, quedando retratada así como una mujer emprendedora y muy capaz para cualquier tema.

Falleció en el mes de enero de 1940, el día 6, la noche de Reyes. De todas maneras, hay señales en la historia de ese tiempo, en el que se destaca la escasa atención que se prestaba a la actitud artística de las mujeres. Me lo confirma doña Herminia Samblás, cuya tesis doctoral sobre las pintoras de Castellón la incluyó la Diputación Provincial en su serie denominada Colección Universitaria. Y es que hay muchas artísticas mujeres, que descansan tal vez olvidadas en desvanes y habitaciones oscuras y solitarias.