Las horas de un día dan para mucho, pero entre comer, ir a la playa y bailar hasta el amanecer pasan volando. Esta es la vida de casi la totalidad de los fibers durante la intensa semana que pasan en Benicàssim y en la que no puede faltar una colchoneta bajo el brazo.

Tras una noche muy divertida en el recinto de conciertos sin parar de botar al son de la mejor música indie, estos jóvenes arrancan el día en torno a las 11, abochornados por el fuerte calor que acecha ya en sus tiendas de campaña. Así pues, con sus sombreros, coronas, cremas solares, bolsos, bañadores y colchonetas se apresuran a caminar hacia la costa para refrescarse, donde pasan muchas horas del día.

LOS PROTAGONISTAS // Jane Caulfield, de 21 años, joven inglesa de Paisley, explica que uno de los mejores momentos del día es el relax en la playa. “Tomamos el sol durante horas y estamos refrescándonos en el agua cada dos por tres. Hace muchísimo calor”, cuenta. Y es que, según indica la joven, en el cámping es “muy complicado descansar”, debido principalmente a las altas temperaturas. Jane comenta que van a la playa “muy pronto por la mañana porque es insoportable”.

Illan Garner, otro joven inglés pero procedente de Sheffield, señalaba que después de ir a bañarse, “nos tomamos unas cervezas o comemos en la playa, y luego nos vamos a descansar a algún sitio cómodo de sombra”. Esto no acaba aquí, pues Illian explica que después “seguimos un poco por los bares, recogemos y nos subimos para los conciertos o nos damos otro baño”.

Patrick Vermeulen es un fiber belga, de Charleroi, que disfruta del festival junto a tres amigos, con los que viene desde hace 5 años sin faltar a ninguno. “Alquilamos un apartamento por la playa en Benicàssim, el mismo todos los años, para estar más cómodos y poder ir a la piscina. Cuando se va el calor nos subimos a ver los conciertos que más nos gustan” cuenta. H