La del 2014 será recordada como la feria en la que se impuso el arte y el buen gusto. Seguro que el tiempo acabará dándole más valor, porque lo bueno es lo que perdura en el tiempo, lo que este es incapaz de borrar y el sentimiento de Morante o la torería de Finito ya quedan grabados a fuego en la retina y memoria de los muchos aficionados que acudieron a verles en ese conocido como cartel del arte, una terna que parió Valencia, bautizó Castellón y se verá a lo largo de la temporada en muchas otras plazas. Por cierto, tanto Morante como Finito han sido injustamente tratados por los premios aunque, al igual que ocurriese con las orejas, estos pasan a un segundo plano porque la grandeza del toreo es otra.

Manzanares triunfó merced a su contundencia estoqueadora. Cortó tres orejas y eso que no fue de sus mejores tardes. Pero quien toreó de verdad, quien hizo el toreo clásico, profundo y caro fue Morante de la Puebla, con una faena que ya queda para los restos. Su torería añeja y su empaque hicieron soñar a Castellón.

Finito de Córdoba mostró su renacimiento torero para gozo de muchos. Castellón disfrutó de su rejuvenecimiento. Su toreo está cargado no solo de detalles, sino de una categoría solo al alcance de quienes son toreros de toreros, como se suele acuñar a los que son referentes para otros compañeros y Juan Serrano lo es.

Castellón fue testigo además de muchos alumbramientos, como el del nuevo Talavante, que llegó a esta plaza no solo con la intención de torear más vertical y natural, sino con una actitud renovada. Importante fue su manera de echarse la muleta a la izquierda y de cuajar unos naturales a un toro imposible.

Alumbramiento de verdad fue el de dos jóvenes de la tierra: Varea y Sedano. Dos motivos para que Castellón siga soñando, siga ilusionándose en ese camino de encontrar un torero. Lo de Varea fue una grata sorpresa y sus naturales en la mala novillada de Prieto de la Cal nos dicen que hay mimbres para hacer un torero. Lo de Sedano fue una inyección de moral para seguir luchando.

Y para seguir soñando fue la buena respuesta de público. Faltó toro, es verdad, y habrá que seguir trabajando. Por lo demás, la feria acabó como empezó, con las puertas grandes y el público saliendo de la plaza contento por haberse divertido, porque no solo al aficionado hay que contentar. Solo la del año que viene podrá mejorar esta feria. H