El abanico se ha convertido en una compañía indispensable para los asistentes del Arenal Sound, no solo como complemento de moda, sino como un elemento necesario para intentar ahuyentar el calor tropical que azota Burriana, al igual que el resto de la provincia. Durante los dos primeros días de conciertos, los sounders han intentado luchar contra el bochorno de todas las maneras posibles, aunque ni siquiera las altas temperaturas les han quitado las ganas de festival.

La mala noticia para ellos es que el calor no va a remitir hoy, puesto que las previsiones indican que los termómetros pueden llegar a marcar de 6.00 horas --con la fiesta aún por todo lo alto-- a 12.00 una temperatura de 34 grados. Unos registros que asustarían a cualquiera, pero que no arredran a los jóvenes que disfrutan del macroevento más destacado del verano.

Algunos tienen claro cuál es la fórmula mágica para no derretirse. «El truco es estar todo el día en la ducha, cuando te levantas, después de comer y antes de salir», explica uno de los asistentes al Arenal 2018.

Playa salvadora

Aunque tener un festival al lado del mar también favorece bastante a los festivaleros. «Cuando nos despertamos, solo pensamos en ir a la playa cuanto antes. Nos hemos comprado una sombrilla entre todas las amigas para poder conseguir algo de sombra», señala una joven sounder.

Pero lo más importante, tal y como repiten nuestros mayores, es «beber mucha agua», explican los miembros de un grupo de jóvenes de 24 años. Otra de las batallas llega a la hora de descansar. Muchos sounders contaban resignados que no pueden dormir mucho, ya que «a las 8.30 horas nos tenemos que despertar, no podemos dormir más por el calor, y además el sol nos entra por la tienda de campaña».

Sin ningún miedo

Aún así, esto no es un hándicap para los jóvenes que están esperando todo el año para ver a sus artistas favoritos en el festival del verano, y buscan el lado positivo de esta ola de calor. «Voy a volver súper morena a mi casa, mis amigas de Madrid se van a morir de envidia», confesó una joven entre risas. La piscina, cómo no, también ayuda los suyo. «Nos vamos turnando, si tenemos espacio vamos allí, si no, damos dos pasos más y estamos en la playa. Nos da igual dónde ir y vamos todo el día en bañador, por si acaso», manifestaron ayer un grupo de amigos.

«Nunca vendría en pantalón largo por muy fresco que sea, como mucho algún vestido con una coleta alta», recalcó una asistente de 25 años.