María Pagés soñó Óyeme con los ojos en el Teatro Español de Madrid, «un espacio que tiene algo espiritual». «Para este espectáculo tan íntimo, mi primer solo, este escenario es ideal», señaló la coreógrafa. Con un título basado en un verso de sor Juana Inés de la Cruz, de su poema Sentimientos de ausente, la sevillana une danza y mística en una producción que llegará al Teatro Principal de Castellón el 13 de enero, en la primera de las propuestas del primer trimestre del 2018 del Institut Valencià de Cultura (IVC) en la capital de la Plana

«Trata sobre el recogimiento espiritual, sobre la búsqueda interior y nuestra relación con el misticismo», explica Pagés. Incluye poemas de El Arbi El Harti, que opera como dramaturgo del espectáculo; Ibn Arabi, Ben Sahi, fray Luis de León, san Juan de la Cruz, José Agustín Goytisolo, Rumí, Tagore y Mario Benedetti, además de textos de la propia María Pagés y Rubén Levaniegos.

«Son piezas de muy diversas culturas, idiomas, religiones, y queríamos hacer propias todas esas palabras y convertirlas en movimiento; hacer de la poesía y de la danza dos lenguajes universales , dos expresiones de la versatilidad y belleza humana», detalla Pagés, consciente de que puede renunciar al flamenco más heterodoxo para reencontrarse con la vida, «con la pura vida».

El trabajo con El Arbi El Harti se ha encaminado, dice María Pagés, a «encontrar un espacio de recogimiento dentro del escenario que ya es recogido de por sí». «Hay un escenario interior dentro del escenario exterior, en un diálogo de paz y oración», explica.

La obra Óyeme con los ojos «se nutre de todas las experiencias de mis anteriores espectáculos, pero desde una introspección de vivencias», cuenta la bailaora.

La vida es eso. «Somos el resultado de lo que hemos vivido, y las obras son también eso, porque son vida», asegura Pagés. «Y puedo ser más concreta, Conciencia y deseo termina con un verso, Vamos a la sombra de la sombra, que es el espíritu de Óyeme con los ojos, va todavía más dentro de lo que normalmente hacemos en la vida cotidiana; se abre camino hacia el mundo interior», detalla la bailarina sevillana.

VESTUARIO CIRCULAR // Esto se refleja, asegura, hasta en el vestuario, «que es pretendidamente circular, porque en este espectáculo el mundo de la simbología, de lo redondo que es lo celestial, y lo cuadrado que es lo terrenal, están continuamente en diálogo en todos los pasos coreográficos, en todas las notas musicales, en lo poético, en la iluminación...»

La poesía siempre ha estado muy presente en los trabajos de María Pagés. «Porque lo está en el flamenco --justifica la coreógrafa y bailaora--; yo siempre he valorado mucho las palabras, las letras de los cantes».

«Muchas veces no se les da valor; incluso nosotros, cuando bailamos nos emocionamos más con la forma en que los cantaores interpretan que con lo que dicen», relata la bailarina.

«Cuando coreografié Ergo uma rosa de José Saramago, yo quería bailar solamente la palabra, porque tiene su propio ritmo, su sonido, su melodía y su contenido emocional». «Es natural bailar la palabra», sentencia.