Siempre ha sido así y siempre lo será. Para que unos lo pasen bien, otros trabajan con el objetivo principal de garantizar que así sea. Y en el Arenal Sound, si las cifras de asistentes se cuentan por decenas de miles, las de los trabajadores también son importantes. Ni más ni menos que llevan tres ceros y sus perfiles, como los de los sounders, son de lo más diversos.

Ya lo destacó la organización en uno de sus balances. Si se suman los empleos directos e indirectos que se están generando estos días —y decimos que se están, porque aunque los asistentes ya vuelven a sus casas, todavía queda mucho trabajo por hacer—, son cerca de 3.000 personas las que se movilizan alrededor del festival en Burriana.

Solo la empresa que se encarga de la organización contrata para el Arenal Sound a 1.500 empleados, que tienen ocupaciones muy distintas, tantas como necesidades generan los más de 50.000 jóvenes que se llegan a concentrar. Y es que los organizadores han logrado crear una gran infraestructura a la altura de las grandes multinacionales, que genera cifras de negocio que dan vértigo, pero sobre todo, en el tema que nos ocupa, crean empleo.

Durante todo el año, según confirmaron ayer, un equipo de unos 40 profesionales en diferentes ámbitos se encargan de dar forma a los festivales con los que recorrerán el territorio nacional durante los seis meses de «temporada alta», que comenzaron en mayo con el Viñarock y que tienen un punto culminante con uno de los encuentros musicales más importantes de España, como no dudan en reconocer los expertos en este tipo de eventos. Su éxito habla por sí solo.

Cuentan con departamentos fijos de recursos humanos, administración y finanzas, contratación de artistas, diseño, comunicación, producción —con todo lo que ello supone—, gestión de patrocinadores, entre otros. El más joven tiene 25 años y el más mayor 45. Es decir, son gente joven que gestiona los intereses de gente joven, «así es más fácil saber qué se mueve, qué interesa», confirman.

Un verano itinerante

Y después están todas esas personas que están en el Arenal contratadas por otras empresas y que durante cuatro días echan más horas que un reloj. Es el caso de Miguel, que en un puesto de comida oriental lleva ya dos festivales este verano, uno en Portugal y el de Burriana. Este recién licenciado en Filolofía Inglesa de 24 años sabe que esta es una buena oportunidad para ganarse un dinero.

Alba, que provee de especialidades italianas a los sounders, se dedica durante el resto del año a gente con diversidad funcional, aunque reconoce que «vive de las vacaciones». Sin duda, las que no tiene. Junto con un equipo de amigos, se pasa la temporada de bolo en bolo. Y así, unos y otros se van ganando la vida.