La novillada en clase práctica celebrada la noche del sábado en Vinaròs fue toda una explosión de ilusiones y optimismo, un festejo de los que recargan las pilas del aficionado al ver que el futuro sigue contando con protagonistas que quieren hacer de Castellón un nuevo referente en el toreo.

Manolo Beltrán confirmó que sigue siendo un gran ganadero y que es una injusticia grande que este abanderado de la ganadería en nuestra tierra no esté en el sitio que debería estar. Los tres novillos fueron de nota, pero el segundo, premiado con la vuelta al ruedo, fue de los importantes de verdad, de los que a uno como ganadero le debe dar una inyección de moral. Tuvo bravura, codicia y transmisión, embistiendo con nobleza, humillación y fijeza, que una cosa no va reñida con la otra. ¡Enhorabuena, ganadero!

Frente a este segundo se vieron las ganas de Héctor Edo, todavía tierno pero con una base principal, el valor y la actitud, que son imprescindibles si se quiere evolucionar. Cortó una oreja.

Abrió plaza un novillo con bondad y mucha calidad. De los de caligrafiar el toreo. Frente a él, se vio a un Pablo Román que ha dado un paso adelante. El de Burriana mostró ese concepto de toreo largo y de mano baja, poderoso, además de variado tanto con capote como con muleta. Solo la espada le dejó sin premio.

A Marcos Caro, el menos placeado de los tres, se le atisban muy buenas maneras. Tiene buen concepto y a poco que vaya tomando experiencia podrá desarrollarlo porque sabe lo que quiere. Paseó también una oreja. Con este novillo dejó Joan Marín un quite por verónicas que fue lo mejor de la noche. Sorprendió la despaciosidad con la que meció el capote y el gusto con el que lo hizo. ¡Ojo!

La novillada sirvió de epílogo a la desencajonada de los toros de Los Ronceles para la corrida de Sant Joan i Sant Pere de ayer. H