Vinaròs colgó el cartel de “No hay billetes”. Esa fue la gran noticia de la tarde. Un lleno histórico como hacía años que no se vivía en esta plaza de toros costera, abandonada al amparo de empresarios de ida y vuelta que dejaron en coma a una feria que siempre fue santo y seña para las figuras por San Juan. Tuvo que venir un empresario de Almassora -por si alguien no creía en la renovación del sector empresarial-, a salvarla del ostracismo. Se puede colgar Jesús Domínguez la medalla de la recuperación del coso portuario, que además, vivió una tarde entretenida y de buen toreo. Ver la plaza llena hasta la bandera fue la mejor respuesta del mundo del toro, por si alguien dudaba de que esta ciudad no quería toros.

Se vivió de todo y los tres toreros pusieron de su parte al sentirse partícipes y protagonistas de una fecha histórica en esta plaza. Triunfaron Juan José Padilla y Miguel Abellán, ambos aseguraron en estas mismas páginas que venían a triunfar y así lo hicieron. Se llevaron la tarde y se ganaron el carió y el respeto de un público entregado con ellos.

Tres orejas cortó el Pirata Padilla, que desembarcaba por primera vez en su carrera en el puerto de Vinaròs y acabó conquistando esta plaza con sus invencibles armas de la entrega y el pundonor. No se dejó nada en el tintero, incluso brindó un toro a la reina y damas de las fiestas, presentes como es costumbre en la plaza. Una oreja le cortó a su primero. Puso la raza que le faltó a un toro noblón y con el empuje justo. Muy bien en todos los tercios, y que se sobrepuso a las condiciones del animal con disposición y entrega. Donde de verdad sacó su mejor versión fue en el cuarto, un gran toro de Guadalest, de muy buenas hechuras, con franqueza y recorrido en sus embestidas. Fue un ciclón de principio a fin. El jerezano fue todo actitud y pundonor en una faena a más, que coronó con una estocada hasta la bola. Dos orejas.

El tercero fue un toro de mucha calidad y nobleza, al que Miguel Abellán lo toreó muy templado y a gusto, especialmente sobre la mano izquierda, dejando naturales de mucha entidad. Oreja importante y de peso. Se mostró por encima del sexto, un toro deslucido que obligó al madrileño a sacar toda su entrega para no irse de vacío. Valiente el torero, que logró sacar muletazos con mucha exposición.

Vinaròs fue siempre territorio Paquirri, desde que el llorado diestro de Barbate dejara tardes de triunfo en esta plaza hace ya muchos años. También su hijo sintió el cariño de esta plaza, aunque no pudo devolvérselo con un triunfo debido a que se topó con el peor lote. Resolvió el torero con oficio y se mostró aseado en sus dos toros. La espada le dejó sin premio en su primero, oreja que sí cortó en el quinto a base de mucha exposición y recursos. H