En tan solo un año y medio, la vida de Dani Rovira ha cambiado de forma radical. De cómico y monologuista a convertirse en un actor taquillero gracias al rotundo éxito de Ocho apellidos vascos. Hoy estrena su segunda película, una comedia romántica de ritmo desenfrenado y tono festivo dirigida por María Ripoll y en la que comparte protagonismo con María Valverde. Ahora o nunca, que llega hoy a los cines de Castellón, es su confirmación en como rey del humor hispano y como uno de los grandes fenómenos dentro del último cine español gracias a su capacidad inmediata de conectar con el público.

SEnDEl personaje que interpreta en esta película parece que haya sido escrito para usted, ¿realmente fue así?

-El guión me llegó poco antes de que se estrenara Ocho apellidos vascos. Pero las directoras de casting y el productor Paco Ramos confiaron en mí. No sé hasta qué punto está hecho para mí, pero sí que es verdad que cumple algunos requisitos que también estaban en la anterior: el típico personaje de comedia romántica que es un poco como el nuevo modelo de galán, que podría ser cualquier persona normal de la calle.

-El galán simpático.

-¡Claro! En estas pelis yo no estoy por guapo, sino por gracioso.

SEnD¿Y pudo aportar algo en el guion de su propia cosecha?

-Sí, sí. Ten en cuenta que aunque el guión es excelente, una comedia situacional muy buena y elaborada, los diálogos estaban puestos con la intención de que pudieran ser moldeados. En realidad es una película de actores.

SEnD¿Por qué cree que ha habido este boom de la comedia en España en los últimos tiempos?

-En realidad siempre ha habido comedia, pero sí es cierto que es más necesaria cuanto peor está el panorama. Yo creo que casi cumple una labor social. ¿Por qué funcionan las comedias románticas? Porque tienen dos elementos que hacen mucha falta en este país, que son humor y amor. La gente sabe que se va a reír y lo va a hacer a través de personajes que se quieren, y eso es importante, porque hay mucho odio, mucha crispación en este país, mucho rencor y egoísmo. El amor y el humor son sentimientos muy viscerales, pero muy positivos.

-Después de esta película casi podríamos hablar de rovirismo, al igual que existió el landismo. ¿Le supone esto algún tipo de presión?

-Ay, por favor. Estas cosas son difíciles de controlar. Siempre se genera una presión nueva: la segunda parte de 8 apellidos, la segunda película después de 8 apellidos… Yo no dejo de ser un actor que solo ha estrenado dos pelis. Intento hacer mi trabajo y disfrutarlo al máximo. En parte eso del rovirismo me puede parecer un halago, pero es muy precipitado. Si Dios quiere, cuando lleve 30 películas y sigan diciendo que me lo merezco, podré sentirme cómodo con esa etiqueta.

-¿Se siente ya un actor experimentado?

-Para nada. Es cierto que tengo experiencia en la comedia. Pero en cine estoy aprendiendo. En los rodajes tengo que ser más esponja que el resto porque siento que me han colocado en un sitio en el que me tengo que desenvolver con monstruos de la interpretación que llevan años en esto. Y me tengo que poner mucho las pilas. Es un aprendizaje muy acelerado e intensivo.

SEnD¿Le gustaría atreverse con otro tipo de género?

-Muchísimo. Parece como que lo antagónico a la comedia es el drama, pero también el thriller o el terror, que es mi género favorito. Cualquiera que apueste por mí en otro género que no sea comedia va a encontrar mi entero compromiso de hacerlo bien.

SEnD¿Cómo ha cambiado su vida en este año y medio de éxito mediático?

-Yo intento que haya sido poco, porque soy una persona celosa de mis hábitos, de mis cosas. Intento que no cambie mi personalidad fuera de los focos. Y creo que sigo siendo muy normal, prudente y discreto. Pero es complicado cuando estás en el ojo del huracán y te conviertes en el objetivo de todas las miradas cada vez que sales a la calle.

-¿Qué visión cree que da la película de las relaciones?

-Es verdad que los tiempos han cambiado. Que las parejas tardan en casarse, si es que lo hacen. Que se vive mucho más la soltería que antes. Pero qué quieres que te diga: el amor sigue existiendo y mola mucho cuando dos personas conectan de verdad, eso sigue siendo mágico. Lo que pasa es que en la sociedad actual, con las redes sociales y el ritmo vertiginoso de vida, parece que se ha perdido totalmente el romanticismo. H