Tras la supertaquillera Ocho apellidos vascos, con 56,2 millones de euros recaudados y casi 10 millones de espectadores, su película secuela Ocho apellidos catalanes puede seguir la misma trayectoria a tenor de la expectación despertada en su estreno ayer en Castellón, como en el resto de cines de toda España. Las salas de Salera se vieron inundados de espectadores ávidos de carcajadas y disfrutar de una “historia blanca” que recrea los tópicos regionalistas, y que evita en todo momento hacer burla sobre la actual situación política en el Principat de Catalunya. Humor, humor y humor. Solamente eso.

Colas en las taquillas y mucha gente con las entradas ya reservadas anticipadamente dibujaron un paisaje cinéfilo de bullicio y expectación, como hacia tiempo que no se vivía en una sala cinematográfica, bueno en cuatro de las salas del recinto donde se proyecta el filme, y en las que se vivieron los rituales propios de ir al cine en las diversas sesiones: entrada, palomitas, refresco...

Jóvenes, parejas y adolescentes, fundamentalmente, conformaron un público que quería, sobre todo, “divertirse”. “Reír y pasar un rato agradable, de buen rollito”, manifestaban algunos de los espectadores consultados por Mediterráneo antes de entrar a ver la película. Todos, al unísono, manifestaban tener un excelente recuerdo de los apellidos vascos.

Y es que, como señala el director de la producción, Emilio Martínez Lázaro, la historia “divierte mucho”. “Es sana y desdramatiza”, dice, pese a que el argumento, modo Good bye Lenin, nos recrea una hipotética república catalana independiente y un contraste de distintas culturas.

“SIN HACER ESCARNIO” // Karra Elejalde y Carmen Machi, dos de los protagonistas de la producción coral, recalcan que “en ningún momento se ha querido hacer escarnio ni burla de los catalanes”. “Más bien, al contrario, si alguien se molesta que se lo haga revisar o no tiene sentido del humor porque más cuidado y respeto ya no se puede tener hacia la situación concreta actual que viven los catalanes”, asegura Elejalde.

Narrativa y estéticamente, Ocho apellidos catalanes, es muy similar a la anterior con un arranque desternillante en el que los gags se suceden vertiginosamente con un final que completa una bella historia de amor, aunque no pastel, sino que es real como la vida misma, como le puede ocurrir y sienten a muchas parejas.

La secuela cinematográfica repite protagonistas, Dani Rovira y Clara Lago, y aumenta la familia con Pau (Berto Romero), que interpreta un novio hipster, poliglota, plurinacional y estrafalario, y la Roser, con una excelsa Rosa María Sardá, “una catalana por antonomasia”. También se incorpora a la nómina de personajes Belén Cuesta. No hay prevista una tercera entrega de apellidos aragoneses, gallegos, andaluces...De momento. Si la hay, puede ser otro éxito de taquilla. H