Más de 14 años sobre los escenarios no han servido para agotar la energía de la rapera Mala Rodríguez, que sigue disfrutando de ser una de las principales voces femeninas del "hip hop" español y, como tal, actúa hoy en la segunda jornada del Alrumbo Festival de Rota (Cádiz) y mañana en Pirineos Sur.

"En el escenario me olvido de mí, es una situación catártica, tan explosiva que no eres tú, pasas a ser como un gurú. Es difícil explicar una experiencia extraña", dice en una entrevista con Efe, mientras asegura que cada concierto "es distinto y especial, te lo juegas todo a una sola carta".

Con esas ganas, María Rodríguez, Mala Rodríguez, actúa esta noche, junto a Manu Chao, Shotta y Ky-Mani Marley, uno de los hijos de Bob Marley, en el Alrumbo Festival.

Será un concierto en el que disfrutará especialmente porque se reencontrará con la tierra en la que nació y en la que pasó su primera infancia, antes de irse a Sevilla y después a Madrid.

"Me emociona que la gente de Cádiz, de la cultura en la que me he criado, conecte conmigo, conservar ese lazo", dice, mientras asegura que además irán, como siempre que actúa en la provincia, "todas mis primas".

Mala Rodríguez (Jerez de la Frontera, 1979), que actuará mañana sábado en el Festival Pirineos Sur (Sallent, Huesca), explica que el único ritual que cumple antes de saltar al escenario es "abrazar" al equipo de músicos que la acompaña y "estar conmigo, tranquila, vaciar mi mente para poder fluir".

En esta temporada pasea por los escenarios "Bruja", el último disco de una carrera que emprendió vuelo en el año 2000 con "Lujo ibérico" y continuó con trabajos como "Alevosía" (2003), "Malamarismo" (2007) y "Dirty bailarina" (2010).

Y le gusta actuar en un festival como Alrumbo, porque "es una oportunidad de ver a muchos artistas", sobre todo hoy en día cuando "está tan complicado hacer pequeños conciertos".

Una situación que a ella, aunque "es obvio que he sentido las dificultades que afectan a todos los músicos", no le ha tocado demasiado: "En realidad tengo bastante suerte, porque trabajo mucho en muchas partes del mundo".

Aunque nunca ha dejado de cantarle al mundo sus cuatro verdades, Mala Rodríguez cree que el rap no es "un panfleto político" sino "una vía de expresión personal", una "herramienta" creativa que ella no cree que se tenga que analizar demasiado.

"Me gusta cuando las cosas te rozan la piel y te emocionan. Hay unas que van al corazón, otras al estómago", sostiene.

Y, en eso, ella, que dice haber leído muy poca poesía aparte de Bécquer, Lorca, Alberti o Machado, cree que el rapero es como un poeta que canta y que busca "dejarte KO con cuatro palabras".

No se ve dando consejos a ninguna adolescente que, como ella en su día, sueñe con ser rapera. "Soy horrible dando consejos, cada uno debe encontrar su camino. Cuando uno quiere hacer algo de verdad, no necesita ánimos", asegura, mientras señala que no se arrepiente de nada en su carrera.

"No, creo que lo que importa es cuando te levantas. No hay que mirar las veces que te has caído, sino las que te has levantado y cómo lo has hecho", apunta.

Dice que le gusta tanto componer las letras como descubrir músicas, "encajarlas" con sus versos en el estudio y actuar y estar de gira: "Disfruto mucho con moverme, con estar para arriba y para abajo".

Y asegura que también sigue componiendo: "Yo siempre estoy escribiendo y componiendo, porque siempre van pasando cosas que te inspiran; es la vida la que inspira".

Se siente a gusto con la impronta flamenca que impregna a sus canciones, porque por este arte siente "admiración total y absoluta", algo que lleva dentro y le sale, como todos los demás ritmos que influyen en su música.

"Lo de los géneros nos lo hemos inventado; al final, son lo mismo, un sentimiento", asegura.

Después de los "muchos conciertos" que tiene este verano, se irá un par de meses a Los Ángeles, una de las cunas mundiales del "hip hop" para estar, dice, con amigos, porque llamarlo trabajo sería, bromea, "una indecencia".