La plaza de toros de Vilafranca acogió ayer domingo el segundo festejo del ciclo de clases prácticas organizado por la Escuela de Tauromaquia de Castellón para esta temporada. El coso de El Niño de la Estrella lució con guapeza su recién remodelado ruedo. Una gozada y un auténtico lujo ver esta plaza con todas sus últimas reformas llevadas a cabo.

Para la ocasión se reseñó un encierro importante de Santiago Domecq, con una presentación excelente. Armónicos de hechuras, con el trapío exacto para darle importancia a todo cuanto se hizo en el ruedo. La novillada despertó expectación incluso días antes, al darse a conocer por fotos. En cuanto al juego de la misma, hubo de todo. Variedad de comportamientos en los de Santiago Domecq, desde los más fáciles hasta los más exigentes.

TRIUNFOS DE LA TIERRA // Una oreja cortaron El Ceci y Joan Marín. Los dos castellonenses, de la tierra, pero uno, Ceci, inscrito en la Escuela de Castellón y el otro, Marín, en la de Valencia. El novillo de El Ceci resultó encastado y a veces exigente. Pidió firmeza y también cabeza para hacerle las cosas y Cecilio no se arrugó, dio un paso al frente en exposición y frescura, y pudo mostrar su concepto de torero clásico, con detalles de finura que hacen adivinar sus buenas maneras. Y lo mejor de todo, que se le aprecia evolución. Mató de un pinchazo y una estocada, y paseó una oreja.

Otro apéndice se fue para Almassora, en este caso a las manos del jovencísimo Joan Marín, quien no puede ocultar su admiración por el paisano Varea. Es torero de buen gusto y sentimiento. Muy nuevo, tierno todavía, pero con maneras que invitan a soñar y ser optimistas. Tuvo enfrente a un buen novillo de Santiago Domecq, el mejor del conjunto, que fue el compañero ideal para poder expresar su toreo. También mató al segundo encuentro y paseó un merecido premio.

MÁS FAENAS // En cuanto al resto del festejo, hubo de todo. Jorge Rivera, que lidiaba dos novillos, no lo tuvo fácil para triunfar. Su primero, noblón, abanto y sin entrega, no le permitió expresar su concepto explosivo; mientras que su segundo fue una prenda, el garbanzo negro de la tarde con el que tuvo que sacar sus armas. Marcos Andreu manejó muy bien la capa frente al novillo que abrió plaza, exigente, encastado y nada fácil. Muy dispuesto el castellonense, le buscó las vueltas y la mejor lidia posible. No estuvo bien con la espada y se le escapó el premio. Por su parte, el alicantino Cristian Expósito tuvo enfrente a un novillo manejable con el que se sintió bastante cómodo.

El próximo destino del ciclo organizado por la Escuela de Tauromaquia es Orpesa, el 30 de junio, donde se lidiará también una novillada de lujo del hierro de la ganadería de Juan P. Domecq.