Me río y de mí mismo y me crezco ante las situaciones difíciles». Así se describe Pablo Carbonell y, de esta forma, lo refleja en El mundo de la tarántula, un espectáculo autobiográfico basado en su libro del mismo título, y que hoy se representa en el Teatro Principal de Castellón en una única función (19.00 horas). Vivencias atolondradas y exigentes, atormentadas y felices, desde los infiernos hasta el cielo.

Carbonell, una mixtura de genio, chamán de la escena y showman autosuficiente, bohemio y, tal vez, malcriado neoburgués revestido de rebelde, protagoniza un montaje «recopilatorio de lo que he ido aprendiendo en la vida». «Comencé a escribir El mundo de la tarántula no con la intención de sacar un libro, pero se fueron acumulando las anécdotas, las historias y las vivencias», explica el artista, quien confiesa que se quedó enganchado a «ese primer aplauso que recibí en una función escolar en los Salesianos; y es que en el escenario me siento desinhibido, me lo paso bien».

Y, sobre todo, «lo que deseo siempre es ser libre». «El mundo de la tarántula es una expresión de libertad», asegura como declaración de intenciones y también como actitud ante la vida, como reivindicación constante de su particular forma de ser.

Pero, además, indica Carbonell, «y es una de mis actitudes vitales, me crezco ante las dificultades; soy más fuerte de lo que yo creo e intento superar, y lo consigo, situaciones extremas».

Amigo de la burla, de la sátira y de la broma, el actor-director-cantante-escritor, no necesariamente en este orden, a imagen y semejanza de un hombre del Renacimiento en el siglo XXI, «el humor es necesario y hay que reír y reírse, «de uno mismo y de los demás». Optimista a raudales, considera que «lo mejor está por llegar», sin tener miedo, pero «nunca sin mirar atrás».

«SOY SOLO YO» // La tarántula y su mundo es una obra en la que Pablo Carbonell desnuda sus sentimientos, sus pensamientos, sus actitudes, sus aventuras vitales. Sentencia abiertamente: «Soy solo yo», con evocaciones a su padre, a sus amigos, a lo aprendido y a lo aprehendido en un vendaval de momentos y reflexiones.

Pero, sobre todo, es un homenaje a «la palabra». Porque, concreta el mediático Carbonell, «hablar es lo que nos salva». «El mejor espectáculo es una buena conversación», un axioma que pone en práctica.

Reconoce que no se prodiga por Castellón, «sí voy a Valencia y a Alicante mucho», así que desea que el público castellonense le reciba con cariño para adentrarse en el mundo de la tarántula.