Decía el ya inolvidable Peret aquello de “y no estaba muerto, no, no…”. Pues Paco Ramos, tampoco lo está. Sigue vivo, y coleando, pidiendo a gritos un sitio en el toreo. Ha llegado su momento de madurez, esa etapa que aflora con los años, tras haberse curtido en mil batallas y en la cual todo se ve mucho más fácil. Imagino que su aventurera etapa por Perú también le habrá dejado huella, artística y humana, que se vio reflejada en un seguro asentamiento y capacidad para resolver.

Le cortó las dos orejas a su primero, un buen toro de Fernando Peña, que, aunque venido a menos, tuvo nobleza y muy buena condición. Dejó su tarjeta de presentación al irse a portagayola a recibir a su oponente, al que llevó después al caballo galleando y quitó con variedad por tafalleras y una cordobina para rematar. En la muleta, el de Onda llevó largo a su oponente sobre ambos pitones. Todo muy reunido y con profundidad, aflorando el toreo más clásico del torero de la tierra. Un contundente espadazo puso en sus manos el doble trofeo bien merecido. No le dio opción alguna su segundo, que lidió en quinto lugar por error de los torileros, un toro muy aplomado ya desde salida y sin nada que regalar. Bien el torero. Reivindicativo. Onda sigue soñando con su torero.

Paco Ramos salió a hombros por la puerta grande de la plaza de toros de Vall d’Alba, junto al resto de sus compañeros, Javier Castaño y Manuel Escribano, en un festejo en el que otra de las alegrías fue ver el coso lleno. Ambientazo muy bueno, por lo que de momento, el futuro sigue siendo halagüeño para este festejo, que sigue muy vivo.

Javier Castaño estuvo muy técnico y profesional. Con recursos el torero charro-leonés. Su primero fue el toro de la tarde, por su manera de humillar, meter la cara y seguir el engaño. Bien Castaño, que lo llevó largo. Tardó en caer el toro y le dieron solo una oreja, que, junto a la que obtuvo de su segundo, que peleó bien en varas, le dio el pasaporte para salir a hombros.

Manuel Escribano, con el lote de menos opciones de la tarde, impuso su garra de torero con raza. Bien en banderillas el de Gerena, que paseó un apéndice de cada uno de su lote. H