Pasadas las ocho de la mañana comienza el sol a desperezarse y a iluminar las encinas de la dehesa extremeña. Los primeros rayos de luz descubren el pelaje cárdeno de los toros y uno comienza a darse cuenta de que no se trata de una ganadería cualquiera. Es Las Tiesas de Santa María, 1.200 hectáreas donde pastan los tan afamados, populares y no menos temidos toros de Victorino Martín, uno de los ganaderos más importantes de todos los tiempos. Estar en Las Tiesas impone respeto. A los toreros se les arruga el gañote con tan solo llegar al portón.Este año regresa a Castellón, a la que fue una de sus plazas talismán, a una tierra donde se le quiere casi con devoción y fe ciega. A pulso lo tiene ganado él, y sus toros, que dejaron en el ruedo su bravura en tardes que son historia de la Tauromaquia.

De padre a hijo

El retraso del ganadero sirve para asimilar que la vida sigue. Ya no está el patriarca, ese loco cuerdo que creyó en un imposible y que lo convirtió en el mayor tesoro de bravura. Los toros siguen comiendo, Félix el mayoral y sus vaqueros continúan atareados cumpliendo a caballo con las obligaciones del campo... todo sigue igual, pero él ya no está. Sí su legado, en manos del heredero, de su hijo, que, ahora sí, llega veloz con su pick-up. «Buenos días. ¡Hoy hace un día de verano! Imposible de creer con tres grados bajo cero y un amanecer gélido». Llega en camisa y arremangado. Increíble. Es bravo como sus toros, de sangre caliente y enorme vivacidad. Subimos al pick-up y flanqueando la plaza de tientas, atravesando el vacunadero, los pajares, llegamos a los cercados. En el primero aguardan los que se lidiarán el Domingo de Ramos en Madrid, en el siguiente la corrida de Sevilla y en el tercero, antes de llegar al cercado en el que están los de Vista Alegre, se encuentra el sexteto reseñado para Castellón. Seis motas de agua. «¿Te gusta?», espeta sonriente, contento y orgulloso de los seis toros que ha elegido para su regreso a la provincia. Se frota las manos y no es por el frío. Es consciente de que va a llevar a Castellón una corrida importante. «Es muy bonita, muy en tipo. Me encanta. El acontecimiento lo merece. Es una corrida toda cuatreña, cárdenos todos y muy abierta de sementales porque las corridas tienen que ser variadas de comportamiento», explica Victorino.La charla continúa en el cortijo con la lumbre de testigo, que va quemando historias de Castellón una tras otra, como la tarde de Caballero y el bravo Portero, las faenas de Uceda Leal, Ferrera o José Luis Moreno, la gesta de El Juli... A Victorino se le ilumina la mirada esperando la ansiosa vuelta a esta plaza. «Creo que será una gran tarde de toros y espero que vaya mucha gente. Merece la pena».