Sabía que se había asegurado prácticamente su cuarto título. Un montón de recuerdos y sensaciones se agolparon en su cabeza mientras subía las escaleras al podio del Circuito de las Américas, buscando a alguien. Corrió hacia Angela Cullen para fundirse en un abrazo eterno con la 'coach' que ahora cuida de su vida, de sus hábitos, la causa de que Lewis Hamilton, el joven alocado que iba de fiesta en fiesta, el piloto rápido pero a veces inconsistente sea ahora un tipo mucho más centrado, un piloto más completo apoyado en una vida más calmada, un programa de la NASA y una dieta vegana.

Han pasado 10 años desde que debutó en F-1, nueve temporadas desde aquel lejano primer título en 2008 que le lanzó a la fama, que colocó a Lewis Hamilton en la órbita de las celebridades, el más joven campeón de la historia, el primer piloto de raza negra. Con solo 22 años, aquel primer título generó sus primeras crisis.

La tumultuosa relación con la cantante Nicole Scherzinger, el enfado con su padre al que despidió como mánager, el cambio de representantes… Hamilton no se encontraba a sí mismo, aún era un tipo inmaduro al que la Policía de Australia detuvo por hacer el macarra con su coche por las calles de Melbourne. En el 2011 tocó fondo. Iba de sanción en sanción en la pista, de fiesta en fiesta fuera de ella. "Fue un momento difícil. Estaban pasando cosas a toda velocidad y necesitaba poner orden", dice sobre el periodo entre 2009 y 2012.

"No necesito un 'coach'. Todo eso es una mierda", decía cabreado cuando en su equipo se lo recomendaban. "Lo mejor que hice entonces fue cambiar de equipo e irme a Mercedes. Necesitaba irme a otro equipo". Fue a finales de 2012 y resultó su verdadera emancipación. Ya había dejado atrás a su padre como mánager y consejero. Pero necesitaba más libertad, no podía seguir más en McLaren, en el equipo de Ron Dennis, que le "adoptó" deportivamente cuanto tenía 10 años.

‘Ahora haré lo que que realmente me dé la gana’, debió pensar. Y nada más firmar por Mercedes, se compró un avión de 25 millones de euros. "Realmente no es lo más inteligente que hecho en mi vida", reconoce . La intención era poder utilizar el avión para visitar a su novia Nicole en Los Ángeles. Se acabó antes la relación que el queroseno del precioso jet rojo y plateado.

La sombra de Rosberg

El reglamento cambió hacia los motores híbridos y Mercedes puso en manos de Hamilton un cohete con el que ganó el título en el 2014 y el 2015. Se sentía Dios, se envolvió en una mística a mitad de camino entre Ayrton Senna y Bob Marley. En los entrenamientos de Jerez apareció con un implante de pelo y su única compañía fija eran sus perros Roscoe y Coco, mientras se dejaba ver en fiestas, yates y conciertos con Rihana, Lindsey Vonn, Vivian Burkhardt, Sara Ojjeh, Heidi Klum, Gigi Hadid, Kedall Jenner… una lista interminable. "Puedo salir de fiesta, levantarme al día siguiente y ganar la carrera", decía en esos dos años a quien criticaba sus hábitos fiesteros, dos temporadas con una superioridad tal en la pista que podía hacer lo que le viniera en gana.

Y llegó el 2016, el año en el que su compañero Nico Rosberg, el mismo amigo y rival de la infancia en el kárting, el tipo que no le había hecho mucha sombra hasta entonces, le amargó la temporada. Rosberg inició una guerra psicológica en el equipo, en las declaraciones, en la pista, pidió que intercambiaran los mecánicos, ideó mecanismos de salida que no compartía, y ganó el Mundial. Pero la guerra supuso tal desgaste que Nico dejó la F-1 a continuación.

"Fui a ver a Toto Wolff a finales de 2016. Pusimos todo en la mesa y dijimos lo que se necesitaba decir. Este año es otra historia. Con Rosberg, no habría funcionado", dice el inglés. Hamilton exigió un compañero dócil, un número 2 lo suficientemente rápido y bueno como para confiar en su trabajo para evolucionar y reglar el coche, y lo suficientemente lento para no inquietarle en la clasificación. Y su jefe le dio a Valtteri Bottas, el mismo que el pasado fin de semana acabó quinto la carrera mientras Hamilton ganaba por delante de Vettel para casi finiquitar el Mundial con 11 'poles' y nueve victorias. "Llevamos cinco años trabajando y nunca le había visto pilotar a este nivel", confirma Wolff, el jefe de Mercedes. Este fin de semana ingresará en el Olimpo junto a Schumacher (7 títulos), Fangio (5), Prost (4) y Vettel (4), ese selecto grupo de pilotos con cuatro títulos o más.

"He tenido dos grandes decisiones en mi vida: venir a Mercedes y hacerme vegano", dice para explicar que se siente mejor que nunca. "Todo el año he estado muy fuerte mentalmente, pero físicamente he dado un gran paso y eso es por mi decisión de cambiar mi dieta. Ahora mismo me siento como nunca antes. Es una sensación genial", explica Lewis a sus 32 años. "Dejé de comer carne roja hace dos años. Este año he dejado de comer pollo. También estoy dejando el pescado. Los últimos dos días he comido alimentos vegetales y ha sido increíble".

Colaboración de la NASA

Las hermanas Williams, Djokovic o algunos otros deportistas de élite se pasaron antes a los vegetales. Hay algo más en el secreto de Hamilton porque Angela Cullen es más que su nutricionista, es mucho más desde que a finales del año pasado Lewis despidió a su preparador físico. Desde entonces, Hamilton, a sus 32 años, se mueve por el mundo de carrera en carrera solo con su fisioterapeuta, Angela Cullen, que también hace las funciones de asistente y defensora: "Pasé con él todo el año y solo salió de fiesta en cuatro ocasiones", dice Cullen, que forma parte del grupo de trabajo de Hintsa Performance. Han elaborado junto a la NASA un protocolo para tratar de que el piloto pueda viajar por todo el mundo sin problemas de sueño. El uso de melatonina, gafas oscuras, horarios y hábitos son algunas de las herramientas que Cullen y la NASA han puesto al servicio de Hamilton.

"Mi trabajo consiste en eliminar todos los factores externos para que solo tenga que pensar en su conducción y no se tenga que preocupar de nada más". Algo ha ocurrido porque el inglés esté a su mejor nivel. "Lewis saca lo mejor del coche constantemente, con los mejores reglajes, eso es fruto de la experiencia y del talento y no sé de qué más", dice Bottas, su compañero, harto de buscar el origen de las diferencias. "Hay circuitos que van en contra de tu forma de conducir. Sería como cambiar el 'swing' en golf dependiendo del campo. Yo intento hacerlo, pero solo Lewis lo consigue", concluye.