No le ha sentado nada bien que su compañero de equipo y su máximo rival se fueran a cenar juntos y le hicieran el vacío. No, a Sebastian Vettel le ha sentado fatal que Mark Webber y Fernando Alonso se fuera a cenar juntos a Dubái de camino entre el el GP de China y del de Baréin. Realmente, no puede soportar que ellos, sus máximos rivales, uno porque comparte garaje en Red Bull, y otro porque es el principal candidato al título, se fueran de cena para celebrar el 200º gran premio que Alonso cumplió en China y el que Webber cumplirá en Baréin.

¿Cómo, que son amigos? ¿Puede haber amigos en la F-1? Alonso subió a su cuenta de Twitter la foto de la cena con el australiano. Y eso provocó la pataleta. "Sí, vi la foto. Estarían hablando de sus 200 carreras en F-1 (...) Llevan mucho tiempo en la F-1 (...) Me imagino que sería una cena muy aburrida", espetó el alemán, en el 'paddock' de Baréin, a modo de rabieta de instituto.

Muchas interpretaciones

Una cena entre Webber (Red Bull) y Alonso (Ferrari) puede interpretarse de muchas maneras. Pueden sacarle punta los brasileños diciendo que Alonso quiere meter a Webber en Ferrari a costa de Felipe Massa; pueden interpretar en Austria e Inglaterra que Webber prefiere que gane Alonso a su compañero de equipo; pueden interpretar en Italia que Alonso podía elegir otros comensales... Pueden elaborarse toda clase de elucubraciones, casi todas, o todas, sin fundamento, pero decir que una cena entre Webber y Alonso "sería aburrida...". Pues no, la verdad.

Ha escocido. Si no fuera así, Alonso no habría colgado la foto; si no fuera sí, Webber no le habría animado a ello. Claro que ha escocido en Red Bull. "Me alegro de que alguien pueda decir que tiene amigos en la F-1", replicó son sorna a la foto Helmut Marko, el asesor del jefe en Red Bull, el gran mecenas de Vettel, el mayor crítico de Webber ("bajo presión, falla, no es como Vettel") y de Alonso ("es demasiado político, trabaja más en los despachos que en la pista").

Una amistad de años

Ni la cena ni la foto fueron fruto de la casualidad. Ni Webber ni Alonso tienen que justificar su amistad, que se remonta una década atrás, cuando coincidieron en la F-3000 de la temporada 2000, o cuando ya, bajo la esfera de Flavio Briatore, eran pilotos de test de Benetton y cedidos a Minardi en el 2001 el español, y 2002, el australiano.

Ya eran amigos cuando Alonso ganó su primera carrera en el GP de Hungría en 2003 con Renault y dobló a casi todos, incluidos el entonces todopoderoso Michel Schumacher y Ferrari, gracias al fenomenal tapón que Webber ocasiónó siendo segundo en la carrera con su vetusto Jaguar hasta la la vuelta 12 en que paró a repostar. Durante años han mantenido una amistad basada en la honestidad, sin temor alguno, tampoco a la hora de decir lo que piensan. Cuando uno de los dos habla en el 'breefing' de pilotos, los demás callan y otorgan.

Es verdad que Webber estuvo en tratos con Ferrari para fichar este año, aunque al final se decidió a seguir en Red Bull, cuando en Maranello buscaban desesperadamente un sustituto a Massa antes del verano. No es menos cierto que Webber ha sido ninguneado por Vettel y su equipo en el GP de Malasia ("nunca me ha ayudado, no se merece mi ayuda; volvería a hacerlo", insistió el alemán tras saltarse las órdenes de equipo para adelantar su compañero, que sí había obedecido para rebajar la potencia de su motor) y tampoco que ambos se respetan y se admiran, más allá de lo que sea conveniente. Es dificíl pensar que una cena entre Webber y Alonso sea aburrida, y menos con un tipo, Vettel, del que 'rajar'. Son amigos, sí, pero la cena y la foto tienen mensaje. De ahí la pataleta del alemán... y de su 'tío', el doctor Marko.

Las revueltas barenís y la corrupción española

Y esto no ha hecho más que empezar. "Ferrari tiene el coche más rápido y se benefician de estos neumáticos", insistió Vettel en Baréin. "Red Bull tiene el coche más rápido en entrenamientos, calificación y carrera, pero en China hicieron una estrategia muy rara", replica Alonso. Y solo van tres grandes premios.

Restan 16, el primero este fin de semana en Baréin, donde (sorpresa) el miércoles cayeron unas gotas, y donde las revueltas callejeras no asustan a los pilotos. "Parece que solo se habla de esto aquí. En China podríamos hablar de las condiciones de trabajo de la gente; en la India, de la explotación infantil; en Brasil, de la inseguridad; y en España... de la corrupción política", sentenció Alonso.