Por el nombre de llobarro se conoce la lubina en la provincia, aunque también se le llama róbalo, un pez que habita en las costas europeas y africanas del océano Atlántico, así como en el mar Mediterráneo. Era conocida durante la época romana como lobo, debido a la rapidez y voracidad con que ataca a sus víctimas a la hora de alimentarse. Es uno de los pescados más apreciados por gastrónomos y cocineros, cuando son capturadas por pescadores artesanales o deportivos en su medio natural, ya que su carne resulta más sabrosa y firme. Su alimentación a base de quisquillas, gambitas, algas, pequeños crustáceos y peces las hace exquisitas.

Dos tipos // Existen dos tipos de lubina que se pueden adquirir en los mercados: salvaje y de crianza. La mejor temporada para degustar la primera es durante los meses fríos, aunque debido a la escasez de piezas están muy cotizadas (su precio puede variar dependiendo de la cotización en la lonja). Las lubinas de granjas marinas son alimentadas con piensos elaborados con harinas y aceites de peces con poco valor comercial. Ello hace que muchos de estos pescados que se consideran blancos por su alimentación y crianza sean más grasos que los salvajes y dejen de ser pescado blancos. El aroma, sabor y textura recuerda muchas veces a pescados azules.

Particularidades //La forma más habitual de encontrar este pescado en los mercados municipales es fresco, de una pieza, con su carne firme y pocas espinas que le confieren la particularidad de poder realizar recetas con sus filetes o lomos completos, tratándolos de igual forma que la merluza. Finalmente, la mejor forma de cocinar una buena lubina es al horno, a la brasa, a la parrilla, al vapor o directamente en papillote.