La Semana Santa se vive ya en nuestros mercados municipales, con un simbolismo muy marcado, con preparaciones sencillas, tradicionales y con gran arraigo.

El bacalao curado, junto con otras salazones marinas, alcanza estos días sus mayores cuotas de consumos en todo el país y no podía ser menos en Castellón. Este pescado está presente en diversas preparaciones, potajes, croquetas, buñuelos, tortillas, revueltos, ensaladas, etc. En realidad, esta momia del mar es una conserva muy antigua. El salazón no solo es fácil de conservar, también de transportar a cualquier punto del interior, aunque estuviera muy alejado del mar. Su utilización sigue siendo muy importante a pesar que el transporte y la conservación del los alimentos ha mejorado, consumirlo es muy típico y tradicional de estos días.

Otro de los elementos imprescindibles en Semana Santa es el huevo o huevo de pascua (duro), ya que forma parte de la cocina cuaresmal y de muchas elaboraciones. Las verduras son muy consumidas en esta época: calabaza, espinacas, acelgas, zanahorias, habas y espárragos silvestres forman parte de tortillas, potajes y olletas de ayuno.

Pasado el periodo de abstinencia de carne ésta llega a la mesa cocinada de forma sencilla. La carne por excelencia es el cordero pascual, sobre todo, chuletas y diferentes embutidos a la parrilla o en barbacoa. Familiares y amigos se reúnen el domingo de resurrección para celebrar el final del ayuno. Y como aperitivo o merienda no pueden faltar las longanizas de pascua.

La repostería de Pascua juega un papel muy importante en el periodo de ayuno por su gran poder saciante. Las torrijas de pan son muy populares, elaboradas con diferentes ingredientes según la zona. Es una forma de aprovechar el pan duro y antiguamente no se horneaba pan los días de Pascua.

En nuestra provincia el día de la mona (domingo y lunes) se suele comer al aire libre y como colofón a las parrilladas o chuletadas se toma la mona de pan quemado con frutas escarchadas, confeti dulce de colores y huevos cocidos que acaban rompiéndose en cabeza ajena. Las monas de chocolate son verdaderas obras de arte que regalan los padrinos a sus ahijados, una costumbre que vino de Cataluña y que se han incorporado recientemente a nuestras celebraciones.