El tomate es la hortaliza más cultivada en todo el mundo. Originaria de América, fueron los españoles los que trajeron esta delicia a Europa sobre el año 1540. Actualmente, los tomates se pueden encontrar en las paradas de los mercados municipales durante todo el año, gracias al cultivo intensivo que se realiza, sobre todo, en el sur España.

En la Comunitat Valenciana hay más de 170 variedades identificadas de tomates valencianos, aunque no todos llegan a tener una gran importancia comercial. Afamados son los del Perelló, Rosada de Castello, el Perón, el Rosat gran Xato, de Sangre, el Masclet o el de Penjar, éste último cultivado en Alcossebre, Alcalá de Xivert y pueblos de alrededor. También está el tomate Cuarenteno, excelente variedad desaparecida y recuperada hace pocos años. Cabe destacar que este producto es consumido masivamente en Cataluña, especialmente en una de la preparaciones más identificativas de su cocina como el pà amb tumaca. No obstante, en España hay una extraordinaria variedad y calidad de tomates, como el Muchamiel de Alicante o el Raf tradicional, que es dulce, carnoso, aromático y muy sabroso.

El tomate en rama es muy aromático y especial para gazpachos y salsas y el de pera es ideal para conservas. Por otro lado, el canario se distingue por su sabor dulce, el cherry es pequeño y afrutado, el de Montserrat es ideal para ensaladas, y el Corazón de Buey, de gran tamaño, es carnoso y con pocas semillas.

La mejor forma de disfrutar de un buen tomate es muy simple, cortado en rodajas con un poco de sal y un poco de aceite de oliva virgen extra, a temperatura ambiente, porque no conviene que este demasiado frío, para que sea más gustoso. El tomate es muy poco calórico, aproximadamente 20 calorías por cada 100 gramos, es rico en vitaminas C, A, del grupo B y es un potente antioxidante.

La mejor forma de guardar tomates frescos, si ya los tenemos en buen punto de maduración, es envueltos en papel de periódico y dentro de la nevera. Si todavía están verdes, madurarán mejor fuera de la nevera.

Con esta hortaliza se pueden elaborar infinidad de platos. Es un ingrediente básico en ensaladas, gazpachos, salmorejos, sopas, salsa, sofritos, pizzas y mejora el sabor de las pastas, los arroces y las patatas. Con él se elaboran deliciosas mermeladas tanto de tomates maduros como verdes. Y, cómo no, es un ingrediente importante en la gastronomía castellonense como en las tradicionales preparaciones de los ximos, empanadillas y cocas de tomate.