Una mujer acaparó muchos flases en la gala de los premios Bafta celebrada en el Royal Albert Hall de Londres. No era actriz, pero lo parecía. Como una celebridad más, Kate Middleton, la duquesa de Cambridge, pisó la alfombra roja subida a unos salones de ante negro de Prada junto a su marido, el príncipe Guillermo, de esmoquin.

Para esa noche de gala, además de unas joyas espectaculares, Kate eligió un vestido negro violeta realizado en jacquard con estampado floral perteneciente a la colección Resort 2016 de Alexander McQueen, cuyo precio ronda los 7.000 euros. Se da además la circunstancia de que el vestido original lleva el escote en corazón, pero ella lo lució con un escote barco, más acertado. Fue de las mejor vestidas de la noche.

Desde que se casó con el príncipe Guillermo, en el 2011, Middleton, de 35 años, es uno de los miembros más queridos de la familia real británica. Su llegada fue un soplo de aire fresco en la monarquía europea más tradicional, así que es habitual que cada uno de sus estilismos sea radiografiado y tomado como referente de buen gusto, incluso cuando viste una prenda tan democrática como unos vaqueros.

Un estudio realizado por la empresa de márketing Rakuten afirma que casi el 30% de las mujeres británicas aspira a ir vestida como ella. Además, es la duquesa quien lidera la lista de las mujeres con más estilo del Reino Unido, seguida de cerca por la cantante Rita Ora, la actriz Emma Watson, la cantante Ellie Goulding y la bloguera Zoella.

De Kate las inglesas valoran sobre todo que igual se viste con ropa de alta costura como con prendas low cost, que, por cierto, se agotan en cuestión de horas, lo mismo que sucede cada vez que a la reina Letizia le da por vestirse de Mango. Así, Middleton se ha convertido tanto en un reclamo para firmas asequibles tipo Gap, Zara, Topshop, LK Bennet y Warehouse como en la mejor embajadora de la moda inglesa. Y eso desde el mismo día de su enlace con el príncipe Guillermo, cuando hizo una declaración de intenciones al elegir un diseño de Sarah Burton para Alexander McQueen. De esa forma, la duquesa rindió homenaje al diseñador inglés, que acababa de suicidarse a los 40 años.

El mérito, hay que decirlo, no es del todo suyo. Detrás de los estilismos está Natasha Archer, su ayudante personal y una de sus personas de confianza. Tash, como la llaman en el palacio de Kensington, es quien se encarga de comprar on line la ropa de marcas asequibles y quien solicita a las firmas de alta gama distintas opciones para las apariciones públicas de la duquesa. Y es ella también quien se ocupa a veces de combinar y customizar los vestidos, acortándolos si es necesario. Kate tiene una buena figura y le sienta bien casi todo. Lo que ha desterrado de su armario son las estridencias y los escotes pronunciados. En ella no procede.

VIAJE A PARÍS

Su prueba de fuego hasta ahora han sido, sobre todo, los viajes oficiales. El último fue a París, los pasados 17 y 18 de marzo. Fue la primera visita oficial a la capital francesa, coincidiendo además con el 20º aniversario de la muerte de Lady Di. El listón estaba muy alto y sirvió para ver a Kate Middleton vestida como una auténtica reina en la cena de gala celebrada en su honor por el embajador británico. Todos sus modelos fueron examinados con lupa en la capital de la moda. Como también lo fueron los que lució en septiembre en Canadá. Un viaje oficial de ocho días de toda la familia que se convirtió en una pasarela no exenta de críticas: en siete cambios de ropa se invirtieron unos 60.000 euros.