El venezolano ganó el León de Oro en la pasada Mostra de Venecia con su ópera prima, 'Desde allá', que retrata la compleja relación amorosa que un hombre pudiente de mediana edad y un delincuente adolescente viven en un entorno de violencia.

Usted es heterosexual y ha rodado una historia de amor homosexual, ¿por qué? Yo no lo llamaría un amor homosexual. Mis protagonistas se sienten atraídos entre sí porque los dos tienen hondas carencias emocionales. Son dos personas que intentan comunicarse, y casualmente las dos son hombres.

¿Cómo se vive la homosexualidad en la sociedad venezolana? Existe una homofobia cancerígena, sucede en toda Suramérica. Para ser respetado, un hombre debe ser un macho alfa. Debemos abrir un debate acerca de ese problema. En Venezuela a los delincuentes los llamamos malandros, y esa palabra es sinónimo de virilidad, poder y machismo. En mi película, el malandro conoce a un hombre que es gay pero, al mismo tiempo, mucho más macho y poderoso que él mismo.

La película es, asimismo, una serie de relaciones disfuncionales entre padres e hijos. ¿Qué le interesa de ellas? En Venezuela el padre de familia nunca está en casa, y por eso la gente anda necesitada de figuras paternas. Eso explica el culto a Hugo Chávez, por ejemplo. Por otra parte, mi relación con mi padre fue maravillosa. Pero que fuera alguien importante me intimidaba, supongo.

¿En qué medida heredó su sensibilidad artística de su padre [el pintor Oswaldo Vigas]? Crecí rodeado de sus pinturas, así que supongo que mi obsesión por la composición del plano viene directamente de él. Pintar nunca me atrajo, pero a los 14 años ya rodaba películas caseras. Todo lo que sé sobre cine lo aprendí rodando.

¿Diría que 'Desde allá' de algún modo medita sobre los problemas políticos, sociales y económicos que sufre Venezuela? Inevitablemente. En Venezuela se ha perdido el diálogo. No hay comunicación ni entre el Gobierno y la gente ni entre clases sociales. Mis dos protagonistas reflejan el contraste entre dos mundos distintos. El hombre joven, que no tiene nada, es emocional y expresivo; el maduro, más favorecido, está paralizado.

¿Qué significa hacer una película hoy en día en Venezuela? Es casi imposible. Con una inflación del 200 por ciento el problema es que el dinero que juntas hoy para rodar en dos meses ya no vale nada. Y la delincuencia se ha disparado: después de las ocho en las calles de Caracas no hay nadie, es una ciudad muy insegura. Para rodar debes tomar mil precauciones, o podrías morir.