Se ha salido finalmente con la suya. Enrique de Dinamarca, fallecido la noche del martes a los 83 años, será incinerado y sus cenizas esparcidas en el mar, tal y como era su deseo. Y es que el marido de la reina Margarita levantó un gran revuelo entre los daneses hace unos meses cuando aseguró públicamente que no quería se enterrado junto a su esposa. Quien quiso en su día ser rey consorte y solo fue príncipe aseguró entonces que al no tener esa condición no quería que sus restos tuvieran un tratamiento real.

«No es un secreto que el príncipe, durante muchos años, ha estado descontento con su papel y el título que se le asignó en la monarquía danesa. Este descontento ha ido a más en los últimos años», aseguró entonces la portavoz de la casa real, Lene Balleby, al diario BT. La misma portavoz comunicó ayer el protocolo que se va a seguir. La casa real ha declarado luto oficial hasta el próximo 14 de marzo. El funeral se celebrará el próximo martes 20 de forma privada por deseo expreso del propio príncipe, que no quiso que su muerte se convirtiera en un asunto de Estado.

La ceremonia se oficiará en la capilla del palacio de Christansborg y solo asistirán los familiares y amigos. Hoy jueves el cuerpo del marido de la reina será trasladado desde el palacio de Fredensborg -donde ha fallecido tras pasar varias semanas hospitalizado- al palacio de Amalienborg, la residencia oficial de la reina Margarita.

Con él se acaba la historia de un hombre conflictivo, cuyo provocador comportamiento chocó varias veces con la mesura que se le pide al consorte de una reina. La prensa lo tildó como el príncipe llorón o el príncipe rebelde. Él incluso se calificó a sí mismo de «florero». Tuvo incontables salidas de tono, como sacar la lengua a un periodista, jactarse de haber comido carne de perro o aparecer disfrazado de oso panda en una gala. Sobre todo porque, lejos de resignarse con el papel secundario que el destino le asignó tras la proclamación como reina de su esposa Margarita en enero de 1972, fue labrando en él un creciente complejo de inferioridad. Hace unos meses se le detectó demencia senil.

Sus plantones a la reina fueron sonados. Como cuando se negó a acompañarla a la boda de Guillermo y Máxima de Holanda. Aunque su humillación más comentada fue en la cena de gala con la realeza que se organizó con motivo del 75 cumpleaños de Margarita en abril de 2015, cuando la dejó compuesta y sin pareja. En palacio se adujo una gripe que se demostró falsa, al ser fotografiado en Venecia de viaje.