Ante la amenaza de la abstención, los ultraconservadores iraníes, con el líder supremo, Ali Jamenei, a la cabeza, tratan de promover la participación en las elecciones legislativas del próximo viernes, que pasan desapercibidas para la población por el conflicto nuclear y los problemas económicos.

Los tambores de guerra, tras las amenazas enviadas desde EE.UU. e Israel de un posible ataque a Irán para paralizar su programa nuclear, que sospechan que tiene fines militares, ha desviado el interés de los iraníes.

Los problemas económicos derivados de las sanciones impuestas por EE.UU. y la UE a Irán, materializados en una fuerte subida de precios, sobre todo de productos importados, es la preocupación más acuciante de la población, especialmente en vísperas del Año Nuevo iraní, el próximo 20 de marzo, un periodo de fuertes gastos familiares.

Las sanciones también han incidido en el cambio de moneda, lo que preocupa a los comerciantes e importadores, que han visto un importante encarecimiento y escasez en el mercado libre de las divisas fuertes, como el dólar y el euro, para sus transacciones.

Mientras tanto, la campaña pasa casi desapercibida, sin propaganda en las calles y ni siquiera los medios de comunicación ofrecen información electoral, salvo algunas breves notas sobre el número de candidatos, 3.444 para 290 escaños, y electores registrados, que son más de 48 millones mayores de 16 años.

Los partidarios de Jamenei, los más radicales y beligerantes del régimen teocrático con Occidente, denominados pincipalistas, esperan copar el Parlamento, de 290 escaños, tras excluir como candidatos a la mayoría de los reformistas y también a muchos seguidores del presidente, Mahmud Ahmadineyad, a los que tachan de desviacionistas.

Sin embargo, en provincias y en el medio rural, la precampaña de Ahmadineyad y su entorno ha sido muy intensa, con gran presencia del presidente y altos cargos gubernamentales en los últimos meses, lo que puede dar sorpresas en el resultado electoral.

En medio de esta lucha soterrada, la escasa publicidad y aparente superioridad principalista puede llevar a gran parte de los votantes a abstenerse, lo que ha hecho que Jamenei y sus seguidores recurran al miedo al enemigo exterior para convencer a los ciudadanos de que participen como muestra de la unidad de los iraníes.

Hace pocas semanas, Jamenei indicó que Irán debe "dar otro duro golpe a los enemigos (exteriores) con su participación masiva y entusiasta en las novenas elecciones parlamentarias" que se celebran desde la implantación de la República Islámica, en 1979.

En la línea del líder supremo, el ministro iraní de Inteligencia, Heydar Moslehi, advirtió recientemente de complots para crear "tensión durante las próximas elecciones parlamentarias" y pidió "una participación masiva para derrotar a los enemigos y reforzar la unidad y la convergencia en la nación".

Diplomáticos acreditados en Teherán dijeron a Efe que el temor de los principalistas, que critican el desinterés de los reformistas en los comicios al tiempo que atacan al entorno de Ahmadineyad, al que acusan de poner en duda la primacía religiosa en el régimen, es que una abstención masiva deslegitime su previsible triunfo.

De momento, el Movimiento Verde, organizado tras las denuncias de fraude en las presidenciales de 2009, que ganó oficialmente Ahmadineyad, promueve el boicot a las elecciones, mientras sus líderes, Mehdi Karrubi y Mir Husein Musavi, llevan más de un año en un rígido arresto domiciliario, prácticamente incomunicados.

Otros reformistas, como el ex presidente Mohamad Jatamí, marginado de la política, no han promovido el boicot, pero han considerado que no se dan las circunstancias para presentarse. También decenas de personas del entorno de Ahmadineyad han acabado procesadas o en prisión tras ser tachadas de desviacionistas por los principalistas, lo que hace que estos comicios se hayan convertido en los más restringidos en los 33 años de la República Islámica.

Por primera vez, se exige un máster universitario para aspirar a un escaño, aunque los diputados que han pasado una legislatura completa de cuatro años en el Parlamento lo podrán convalidar.

Esto facilita la presencia de diputados veteranos, con una demostrada lealtad a Jamenei, y dificulta el acceso al legislativo a nuevos políticos, especialmente de extracción popular.

El parlamentario y sindicalista Ali Reza Mahyub ha señalado que, con esta medida, sólo un 1 por ciento de iraníes pueden presentarse a las elecciones y la ha considerado una discriminación por motivos económicos.