Este hombre, que hasta hace poco más de un par de años era un perfecto desconocido en la escena internacional y que hoy tiene en sus manos el futuro de Grecia, no ha surgido de la nada. A pesar de su juventud (40 años) Alexis Tsipras lleva a sus espaldas una larga trayectoria de lucha política. Hoy encarna la esperanza de millones de griegos y su magnetismo ha cruzado fronteras y se ha proyectado hacia otros países, especialmente los del sur de Europa también castigados por la crisis.

Su salto a la fama se produjo en las elecciones del 2012 cuando su partido, Syriza, se convirtió en la segunda fuerza del país.

Tsipras nació en Atenas el 28 de julio de 1974, justo tres días después de la caída de la Junta militar. Ingeniero civil de profesión, exhibió ya sus dotes de liderazgo en su etapa estudiantil, durante las protestas contra las sucesivas reformas educativas. Militaba en las juventudes del Partido Comunista de Grecia (KKE).

En el 2008, a los 33 años, Tsipras se convirtió en el máximo dirigente de Synaspismós y en el líder más joven al frente de un partido político en toda la historia de Grecia. Synaspismos era una formación de carácter eurocomunista y altermundialista y con el tiempo acabó siendo la columna vertebral de Syriza. En las elecciones del 2009, Tsipras fue elegido diputado y pasó a liderar el grupo parlamentario de Syriza. Unos años antes, en el 2006, se había presentado como candidato a la alcaldía de Atenas.

Conserva un aire juvenil y su carisma es innegable. Quizá por romanticismo, se proclama aún admirador del Che Guevara. Vive en pareja sin estar casado -algo poco habitual en un país de costumbres conservadoras como es Grecia— y tiene dos hijos, pero mantiene su vida privada con absoluta discreción.

La perspectiva del triunfo electoral que se materializó ayer desató durante la campaña todo tipo de pasiones. Tsipras no deja a nadie indiferente. Sus adversarios políticos y una parte de los medios de comunicación griegos le han demonizado hasta límites extremos y ridículos. El primer ministro saliente, Andonis Samarás, no se ha cansado de repetir que Tsipras se propone convertir Grecia en Venezuela o Corea del Norte. Para sus seguidores se ha convertido en el hombre que devolverá al pueblo griego su dignidad.

Preguntado por este diario acerca de la figura de Tsipras como líder, el analista político Nick Malkoutzis hizo este diagnóstico: «Parece un hombre comedido, en el sentido de que no adopta movimientos bruscos. Su estilo de liderazgo es metódico y ha buscado el equilibrio entre las dos alas que existen claramente en Syriza, una más radical y otra más pragmática, que es la que él encabeza. Sabe cómo hablar a los griegos y también cómo hablar a la audiencia internacional. En los últimos dos años ha trabajado bastante en ese aspecto. Pero es todavía una incógnita porque nunca ha gobernado, ni siquiera a nivel municipal. Solo ha tomado decisiones de partido, y eso es muy distinto a gobernar».

REUNIONES EUROPEAS

En las elecciones europeas del pasado mes de mayo, el grupo Izquierda Unitaria Europea le designó como candidato a presidente de la Comisión Europea. No hace falta decir que no tenía la más mínima posibilidad de resultar elegido, pero esta candidatura le permitió hacer campaña en el continente, darse a conocer mejor y mejorar su imagen en la escena europea.

En los últimos meses ha multiplicado sus visitas al extranjero y se ha entrevistado con figuras con las que quizá tendrá que negociar: el gobernador del Banco Central Europeo, Mario Draghi, o el tan denostado en Grecia ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, paladín de la disciplina presupuestaria y las políticas de austeridad que Syriza detesta. También se ha entrevistado con el papa Francisco. Ahora le ha llegado la hora de la verdad.