Alemania tendrá un nuevo Gobierno. Según explicó ayer la cúpula directiva de los socialdemócratas (SPD), las bases del partido han dado luz verde al acuerdo sellado con los democristianos de la cancillera Angela Merkel (CDU). El referéndum interno en el que votaban los 463.723 militantes del partido se saldó con un sí, respaldado por el 66,02% de los participantes, superando el último escollo que le quedaba al país para reeditar la llamada gran coalición.

Con una participación del 78,4%, las bases del SPD han dado a su directiva un apoyo mayor de lo esperado. Así, tras más de cinco meses de confusión política sin precedentes, el sí de los militantes socialdemócratas es un alivio para la cuestionada directiva del SPD y para Merkel, que se asegura su preciado cuarto mandato al frente del país. La cancillera puede igualar el récord de longevidad de mandatarios históricos como fueron Konrad Adenauer, con 14 años, o Helmut Kohl, con 16. El pacto constituye «buenas noticias para Europa», según aseguró el presidente francés, Emmanuel Macron, pues cualquier intento de Bruselas para impulsar reformas necesita de Berlín.

SEMANA DEL DESBLOQUEO / Con los años, esta semana podrá conocerse como la del desbloqueo. Si empezó el lunes con cambios en la cúpula de la CDU y el apoyo abrumador de los conservadores a otra gran coalición, ayer ratificó el camino con el visto bueno del SPD, aunque la decisión ha dejado dividido al partido más antiguo de Alemania. El 33,98% de sus militantes se ha negado a volver a gobernar con Merkel, un 10% más de oposición con respecto al 2013. Pese a la fractura, el exlíder Martin Schulz aseguró estar «orgulloso» de lo acordado.

Aunque el acuerdo definitivo llega casi seis meses después de unas elecciones federales que dieron un golpe al tablero político alemán, el entusiasmo es mínimo. Una encuesta de la cadena pública ARD apuntaba el jueves que el 52% de los alemanes se oponen a la gran coalición. Los conservadores apoyan el pacto en un 70%, mientras que los socialdemócratas lo hacen en un 66%.

Para muchos, el nuevo Gobierno puede ser una solución a corto plazo a la inestabilidad. Sin embargo, la repetición de esa fórmula parece no abordar el golpe a la credibilidad del bipartidismo y al auge de la ultraderecha que supusieron las elecciones del 24 de septiembre. El establecimiento de un nuevo Gobierno entre democristianos y socialdemócratas deja vía libre a la xenófoba Alternativa para Alemania (AfD) para que se convierta en el primer partido de la oposición.

Así, Alemania podría encaminarse a seguir el destino político de Austria, donde la repetición de grandes coaliciones bipartidistas ha consolidado a una ultraderecha ya aceptada por la masa hasta llevarla al Gobierno. Los últimos sondeos alertan de que AfD puede crecer hasta el 16% de los votos, superando a un SPD que se quedaría con tan solo el 15,5%.

GOBIERNO MÁS SOCIAL / A pesar de que en un principio la mayor parte del SPD se oponía, en el 2013 las bases terminaron digiriendo el acuerdo con Merkel y aprobándolo con un 76% de los votos. El pacto incluía una medida estrella de los socialdemócratas como era la introducción de un salario mínimo interprofesional de 8,50 euros por hora, algo de lo que carece el nuevo apretón de manos.

Sin embargo, el reparto de carteras ministeriales ha sido favorable al SPD. En las negociaciones que encabezó Martin Schulz, los socialdemócratas se quedaron con puestos clave como Finanzas, Asuntos Exteriores y Trabajo y Familia. Ese control de la caja presupuestaria puede ser fundamental para un SPD que pretende renovarse desde el Gobierno. Para ello, el nuevo Gobierno pretende tener un acento más social al destinar más recursos a la educación, las familias, la vivienda social y a estabilizar el sistema de pensiones público, así como a poner freno a una creciente precarización de los contratos laborales que ha llevado a Alemania a ser el país europeo donde los ancianos corren un mayor riesgo de caer en la pobreza.