Desde hace siete años no se vivía una situación pareja en la pequeña república exsoviética de Bielorrusia, gobernada durante el último cuarto de siglo por el presidente Aleksándr Lukashenko, calificado como el "ultimo dictador de Europa".

Miles de personas vienen saliendo a la calle prácticamente a diario en las principales ciudades del país -Minsk, Brest y Gomel, entre otras- en las últimas semanas para protestar contra una ley que impone multas a quienes trabajen menos de 183 días al año, una reminiscencia de la legislación contra el parasitismo social que existía durante la era soviética y que Mijaíl Gorbachov abolió en los años 90.

"Lukashenko ha optado por responder a la protesta con la fuerza", ha denunciado por teléfono desde Minsk, la capital del país, Vladímir Nekliayev, el principal líder de la oposición bielorrusa y candidato en los polémicos comicios presidenciales del 2010, tras los cuales decenas de miles de personas tomaron el centro de Kiev para denunciar lo que consideraban una "victoria fraudulenta" del actual hombre fuerte bielorruso, una protesta que fue desalojada a golpes y porrazos por los cuerpos de seguridad locales.

Nekliayev habló con EL PERIÓDICO tan solo unos días antes de quefuera detenido, este sábado, por las fuerzas de seguridad cuando viajaba desde Minsk a Polonia.

LUKASHENKO SE PARAPETA

Las últimas intervenciones de Lukashenko corroboran las palabras de Nekliayev, y todo parece indicar que el régimen ha optado por parapetarse y culpar al exterior de sus problemas internos. El martes pasado, el jefe del Estado informó de la detención de decenas de personas, financiados, según él, "desde Lituania y Polonia", que ultimaban una "provocación armada".

El 15 de marzo, durante una jornada en la que los organizadores llegaron a congregar a 2.000 personas en el centro de Minsk, docenas de personas fueron detenidas, tanto en la capital como en las localidades de Mogilev, junto a la frontera con Rusia, y Grodno, cerca de Lituania y Polonia.

Y todo ello, pese a que al principio de la crisis, a comienzos de marzo, las autoridades parecían inclinarse por contemporizar, posponiendo la aplicación del impuesto hasta el año que viene, un gesto que carecía de precedentes en el cuarto de siglo de presidencia de hierro de Lukashenko.

No es la primera ocasión que Bielorrusia se ve sacudida por protestas sociales. Periodicamente, desde la desintegración de la URSS, vienen desarrollándose en el país movimientos de protesta, casi siempre coincidiendo con citas electorales, en las que se exige la salida del poder del hombre fuerte bielorruso, aunque acaban siendo reprimidas o apagándose.

En esta ocasión, la oposición cree que la situación es diferente, ya que el Gobierno de Minsk carece de los recursos económicosnecesarios con los que ha anestasiado en el pasado los periódicos brotes de indignación popular. "Estamos en un momento muy diferente al que vivimos tras las elecciones del 2010; el régimen ya no tiene dinero para comprar lealtades", subraya Nekliayev.

DETERIORO DE LAS RELACIONES CON MOSCÚ

Rusia observa detenidamente los sucesos en la república vecina, que se producen en un contexto de neto deterioro de las relaciones con Moscú. Pese a que Bielorrusia y Rusia pactaron una unión adunera en el 2000, a principios de febrero, Moscú reinstauró los controles en la frontera común, después de que las autoridades de Minsk suavizaran el régimen de visados para los ciudadanos 80 países, incluyendo a EEUU y los estados miembros de la UE, con los que el Kremlin mantiene un pulso geopolítico.

Desde el pasado año, el Kremlin está presionando a Lukashenko paraestablecer una base aérea en territorio bielorruso, a lo que Minsk se ha resistido hasta ahora. "El establecimiento de bases militares en Rusia es muy impopular entre los bielorrusos, y el presidente lo sabe", expliva Nekliayev.

Rusia cuenta con tres instalciones de importancia en el país: unaestación de radar en Hantsavichi y una base aérea en Baranovichi, ambas instalaciones en el oeste del país, no lejos de Polonia, además de un centro de comunicación naval enVileyka, cerca ya de Lituania. En caso de conflicto, el territorio bielorruso forma una cuña que se adentra en la UE y desde el cual se podría aislar con facilidad a las tres repúblicas bálticas.