Algunas de las obras de arte robadas por los nazis durante la Ocupación y recuperadas por el Estado francés tras la segunda guerra mundial habían sido objeto de exposiciones temporales pero nunca antes se les había reservado un espacio permanente como el que acaba de crear el Museo del Louvre con dos salas.

El interés de la muestra trasciende los criterios museísticos. Su intención es doble, según explica el director del Departamento de Pintura del Louvre, Sébastien Allard. Por un lado, dedicar un espacio a la memoria histórica para recordar la envergadura de la expoliación orquestada por el III Reich. Por otro, facilitar que los propietarios o sus herederos, en su mayoría familias judías, puedan recuperar las obras. «Lo ideal es que esta sala algún día desaparezca. Eso significaría que habremos logrado devolver toda la colección a sus verdaderos dueños», señala Allard.

Entre 1940 y 1945, el régimen nazi expolió en Francia unos 100.000 bienes -obras de arte, mobiliario y enseres- que fueron trasladados a Alemania. La Comisión para la Recuperación Artística creada en 1944 logró recuperar algo más de 61.000 y en cinco años se devolvieron 45.000 a sus legítimos propietarios. A partir de los años 50, una parte de los objetos no reclamados fue vendida y la Administración francesa conservó 2.000 obras de arte registradas bajo el epígrafe MNR.

El Louvre es responsable de custodiar 1.700 piezas de este tipo, 800 de ellas pinturas, de las cuales 296 están físicamente en sus fondos (76 pueden verse en las exposiciones permanentes con su correspondiente cartela especificando su origen) y el resto repartidas en diferentes museos franceses de provincias.

Oficialmente, ninguna forma parte de las colecciones públicas. No pueden prestarse ni restaurarse. «Sería impensable, porque si alteras el cuadro alteras el recuerdo», señalan responsables del Louvre.

Las 31 obras que cuelgan de las paredes de la nueva galería están a la espera de ser reclamadas. Como el resto de las pinturas recopiladas por Claude Lesné y Anne Roquebert en el Catálogo MNR publicado en el 2004.

Obras reclamadas

Los herederos de las víctimas del pillaje deben aportar pruebas de compra o fotografías donde aparezca el cuadro e iniciar los trámites administrativos a través del Ministerio de Cultura, que coordina su trabajo con la Comisión de indemnización de las víctimas de la expoliación (CIVS) creada en 1999 para rastrear el origen de las obras.

La fotografía de un salón familiar ha sido precisamente lo que ha permitido a la ministra de Cultura, Françoise Nyssen, entregar el pasado 12 de febrero a los herederos del matrimonio Bromberg el Tríptico de la Crucifixión, cuadro atribuido al taller de Joachim Patinir datado entre 1483 y 1524.