Gaza y la zona sur de Israel amanecieron ayer en calma, tras el alto el fuego pactado la madrugada previa entre el movimiento palestino islamista Hamás y los israelís.

El Ejército israelí lanzó el viernes un ataque masivo después de que milicianos palestinos mataran a un soldado en la frontera. Los bombardeos acabaron con la vida de tres militantes de las Brigadas Izedín al Qasam, el brazo armado de Hamás, en Jan Yunis y Rafah, al sur de la franja. Fawzi Barhoum, portavoz de este grupo que controla Gaza, anunció la tregua, aceptada también por Israel. «Con los esfuerzos de Egipto y la ONU se ha acordado volver a la era de la calma entre Israel y las facciones palestinas» señaló Barhoum.

Esta nueva ola de violencia, precedida por una anterior el fin de semana pasado, empezó en la jornada de protesta número 17 de miles de palestinos en Gaza, en el marco de la Marcha por el Retorno de los refugiados. Soldados israelís mataron a tiros a un manifestante que, según confirmaron las autoridades de Gaza, era militante del movimiento Al Fatá, del presidente palestino. Desde que se iniciaron las manifestaciones el 30 de marzo las fuerzas israelís han matado a 141 palestinos.

Durante las protestas, en la frontera entre Gaza e Israel, milicianos palestinos dispararon contra el Ejército israelí. Inmediatamente después, las fuerzas israelíes atacaron con fuego de tanque la posición. Tres miembros de las Brigadas Izedín al Qasam murieron durante la primera tanda de bombardeos contra ocho posiciones de Hamás.

Los bombardeos destruyeron unos 60 edificios e infraestructuras y afectaron a almacenes de armamento y fabricación de armas, a una entrada a una red de túneles, un depósito de drones, una sala de operaciones militares, campos de entrenamiento y puestos de observación.