El régimen de Irán obliga a ponerse el hiyab, el velo que cubre la cabeza y el pecho, a todas las mujeres en los espacios públicos desde 1983. Tras la llegada de Jomeini, en 1979, los ayatolás impusieron primero el pañuelo a las funcionarias y después a todas, locales, turistas, musulmanas o no. Al visitar Teherán o Isfahán, la ciudad más turística, choca comprobar que todas, absolutamente todas las mujeres van con el hiyab y algunas incluso con el chador negro (que cubre el cuerpo de la cabeza a los pies).

Llevar velo es un engorro temporal para las visitantes, a las que se les resbala a menudo, ya sea por la falta de costumbre o por la desagradable sensación de estar cumpliendo una imposición irracional. Algunas de las que lo sufren todos los días están empezando a retar el régimen, se quitan el velo, se graban con el móvil y tratan de superar la censura para llegar a las redes sociales.

Es a lo que les anima desde Nueva York la periodista iraní Masih Alinejad, quien hace tres años puso en marcha la campaña Miércoles Blancos (#WhiteWednesdays), el día escogido para colocarse un velo de ese color (símbolo de la paz), quitárselo durante un rato, ponerlo en un palo y desafiar la ley. Alinejad explica por teléfono que su objetivo es pelear por la dignidad de las mujeres y en contra del “más visible símbolo de opresión” del régimen. “Si ganamos la guerra contra el hiyab, las mujeres se sentirán poderosas para recuperar el resto de derechos. Es solo el principio”, asegura, orgullosa de que su campaña sea conocida por “los ciudadanos, el Gobierno y los líderes religiosos”.