Gui Minhai ha vuelto a desaparecer entre las cenagosas aguas de la justicia china. El librero de origen chino y pasaporte sueco fue interceptado la semana pasada por la policía en un tren y no se ha vuelto a saber de él.

Su hija Angela ha relatado desde el Reino Unido los hechos. El librero viajaba desde Hong Kong a la capital para tratarse de una enfermedad degenerativa nerviosa cuando una decena de hombres de paisano que se identificaron como policías le abordaron y extrajeron a la fuerza sin que los dos diplomáticos suecos que lo acompañaban pudieran impedirlo.

Gui es uno de los cinco libreros de Hong Kong que fueron abducidos dos años atrás por la policía china y regurgitados meses después con sus confesiones listas. Gui era el propietario de la célebre librería hongkonesa Causeway Books, especializada en material prohibido en la China continental. Sus libros sobre las presuntas andanzas sexuales de los líderes son muy buscados por los turistas del interior. Dichos volúmenes desatienden la cita de fuentes, la contrastación de hechos y otros engorros periodísticos, pero cumplen su función lúdica para lectores poco escrupulosos.

La editorial ultimaba la publicación de Las seis mujeres del presidente cuando empezaron las abducciones. Gui fue capturado en su residencia vacacional de Pattaya (Tailandia) y no se supo de él hasta que reapareció meses después en una llorosa confesión en la televisión pública china. Dijo haber atropellado mortalmente a una joven en Ningbo (provincia china de Zhejiang) cuando conducía borracho 12 años atrás y que su conciencia le había empujado a entregarse. También aclaró que era chino a pesar de su pasaporte y exigía a Estocolmo que le dejara en paz.

Las organizaciones de derechos humanos denunciaron esas confesiones públicas forzadas y aquellos sucesos distanciaron aún más a los hongkoneses del régimen de Pekín.