"La Constitución del futuro", la definió este domingo Juventud Rebelde, y auguró que la nueva Carta Magna de la Cuba poscastrista surgirá de un "amplio debate" que se celebrará en la Asamblea Nacional hasta este lunes. Se trata de "una ley de leyes para los nuevos tiempos". La era que emerge obliga a importantes distinciones semánticas. En 1976, en plena guerra fría y adhesión al bloque soviético, Cuba definía en su primer texto fundamental la Revolución, el inexorable "avance hacia la sociedad comunista". Ese horizonte ha sido borrado del anteproyecto. La omisión, dicen los expertos, está lejos de ser un descuido de los redactores: señala la hoja de ruta del largo y sinuoso proceso de adecuación de la isla a las coordenadas de la economía mundial y en medio del desastre venezolano, el principal provedor de petróleo.

La dirigencia cubana no renuncia al papel rector del Partido Comunista ni a un proyecto de construcción del "Estado socialista de derecho" a largo plazo. Pero, al mismo tiempo, se propone discutir qué lugar le asignará a la propiedad privada y ampliar el peso de la economía mixta. Independencia y soberanía seguirán siendo palabras claves en la futura Carta Magna, y mucho más mientras Donald Trump sea presidente de los Estados Unidos. Pero, según Esteban Lazo, un dirigente del escalafón intermedio que se encuentra al frente de la Asamblea, se deben calibrar mejor los caminos para alcanzar la prosperidad y la sustentabilidad del modelo político.

Otras reformas pueden considerarse un verdadero punto de inflexión: en un claro guiño a los ciudadanos que emigraron a EEUU, se autorizará la doble nacionalidad de los cubanos, aunque, mientras se encuentren en la isla, deben someterse a sus leyes. Además, se permitirá el matrimonio entre personas de un mismo sexo.

Modificación total

Los primeros bosquejos de la reforma datan de hace cinco años, cuando Fidel Castro todavía hacía públicos sus pensamientos en las cartas que enviaba al diario oficial Granma. "No estamos ante una reforma parcial, sino total de nuestra Constitución", anticipó Homero Acosta, secretario del Consejo de Estado e integrante de la comisión que elaboró un texto que luego será presentado a la sociedad, algo que, remarcó Acosta, "no tiene antecedente en ningún país".

Las opiniones derivadas de la consulta serán trasladadas de nuevo al Parlamento. El documento definitivo tiene que ser aprobado por votación nominal. Las discusiones fuera de una legislatura acostumbrada a la unanimidad serán menos arduas que las de la calle.