Como sucede periódicamente, Estados Unidos vuelve a caminar por la cuerda floja ante las desavenencias en el Congreso para pactar una resolución presupuestaria que extienda la financiación del Gobierno federal. El plazo para llegar a un acuerdo expira en la medianoche del viernes al sábado, momento en que el Estado se quedaría sin fondos para gestionar normalmente sus operaciones, lo que provocaría un cierre parcial de las agencias federales a partir del lunes, como ya sucedió durante dos semanas en 2013. Las diferencias en inmigración entre republicanos y demócratas han impedido hasta ahora alcanzar un pacto, lo que ha llevado a los conservadores a proponer solución de compromiso menos ambiciosa para extender la financiación durante cuatro semanas.

A medida que pasan las horas crecen las posibilidades de que el cierre se materialice, como reconoció el presidente Donald Trump. «No descarto que suceda. Ya veremos lo que pasa. Depende de los demócratas», dijo ayer.

Ambos partidos se habían propuesto inicialmente un acuerdo amplio que incluya sus prioridades presupuestarias, pero se están quedando sin tiempo. Los demócratas quieren incluir una solución para los 800.000 inmigrantes indocumentados que llegaron a EEUU siendo unos niños, los llamados dreamers, pero sus rivales solo están dispuestos a aceptarlo si obtienen a cambio financiación para construir el Muro en la frontera con México. Esta condición es anatema para los demócratas, que solo están dispuestos a reforzar la seguridad de las estructuras ya existentes y sin añadir un solo kilómetro de hormigón.

Para complicar las cosas, el jefe de Gabinete de Trump, el general John Kelly, contradijo el miércoles al presidente al decirle a un grupo de legisladores demócratas que las posiciones de Trump respecto al Muro «han evolucionado» porque cuando prometió construirlo durante la campaña no estaba «plenamente informado». El líder estadounidense está furioso y ha reaccionado con una sucesión de tuits para acallar a su mano derecha en la Casa Blanca. «El Muro es el Muro. Nunca ha cambiado ni evolucionado desde el primer día en que lo concebí», escribió en las redes sociales antes de añadir que México pagará la factura «directa o indirectamente».

El cierre del Gobierno sería enormemente costoso. Los servicios mínimos seguirían funcionando, pero miles de empleados gubernamentales tendrían que quedarse temporalmente en casa y sin sueldo. Un análisis de la consultora S&P Global estima que el cierre le costaría 6.500 millones de dólares diarios a EE UU. No sería la primera vez que sucede. Desde 1981 ha habido una docena de cierres del Gobierno. El más largo se produjo bajo la presidencia de Bill Clinton y duró 21 días.