«Una nueva generación llega a gobernar con todos y para todos». En su primer discurso como presidente electo con casi el 54% de los votos, el derechista Iván Duque insistió en remarcar el sesgo juvenil del Gobierno que asumirá el 7 de agosto. A los 41 años, el nuevo mandatario quiso dar ante los colombianos pruebas de los cambios que se avecinan de la mano de una versión de la derecha uribista (expresidente Álvaro Uribe) renovada en sus formas y ademanes, pero con puntos en común con el pasado de «odios y ponzoñas» que el vencedor dijo querer dejar atrás.

Duque llega a la presidencia después de que su rival, el socialdemócrata y exguerrilleo Gustavo Petro, obtuviera el 41,8% de los votos, todo un éxito para la izquierda de estepaís a pesar de la derrota. Hay que tener en cuenta, además, que casi la mitad del padrón electoral se quedó en casa, ya sea por el endémico desinterés por la política o porque ese día jugaron México-Alemania y Brasil-Suiza. El presidente saliente, Juan Manuel Santos, dijo que había tiempo para las dos cosas: votar y ver el Mundial. Su exhortación no caló y puso en evidencia una de las debilidades de esta democracia.

Las 10,3 millones de papeletas que recibió Duque como candidato de Centro Democrático, el partido armado a imagen y semejanza de Uribe, le han dado vía libre para poner en marcha su programa. Duque quiere introducir modificaciones en el acuerdo de paz que firmó Santos con las exFARC. «La paz tendrá correcciones», dijo la noche del domingo mientras celebraba su victoria. Si bien reiteró que no quiere hacerlo «trizas» y que promoverá la «reinserción» de quienes se alzaron en armas, rechaza que los excomandantes tengan derecho a ocupar cargos electos sin haber pasado por la justicia.

ADVERTENCIAS / Las exFARC, convertidas en partido político de nula incidencia electoral hasta el momento, dudan de que el propósito de Duque de unir a «todos» los colombianos los incluya y le han pedido «sensatez» al hablar de las revisiones del acuerdo forjado en La Habana. «Lo que el país demanda es una paz integral que nos conduzca a la esperada reconciliación (...) Burlar ese propósito no puede ser plan de gobierno», señala la exguerrilla en un comunicado en el que advierte: «Lo único que logrará será llevar a la nación a un nuevo ciclo de múltiples violencias». El presidente electo quiere además imponer nuevas condiciones a una negociación con el ELN, la última guerrilla activa; fumigar de nuevo desde el aire los cultivos ilícitos de coca; reducir impuestos y el gasto del Estado; y abrir la economía al libre mercado.

Para el diario El Espectador, Duque no debería cometer el error de «sentirse bajo un mandato absoluto».