«Los políticos que ansiaban eternizarse no volverán nunca más». En su noche más victoriosa, el presidente ecuatoriano, Lenin Moreno, dedicó un epitafio a su exmentor, Rafael Correa. Moreno convocó una consulta popular de siete puntos, dos de ellos indispensables para enterrar la llamada revolución ciudadana iniciada en el 2004, de la que fue protagonista hasta romper lazos con Correa.

El sí obtuvo un voto promedio del 64%. Los ecuatorianos se pronunciaron mayoritariamente a favor de reestructurar el Consejo de Participación Ciudadana, impedir la prescripción de los delitos sexuales contra menores, prohibir la extracción minera contaminante y ampliar los parques nacionales, entre otros aspectos.

Pero fueron otros dos puntos los que definieron el tenor de la disputa entre Moreno y Correa que se sella con la victoria del actual mandatario: el apoyo a los cambios constitucionales que permitirán inhabilitar políticamente a toda persona «condenada por actos de corrupción» y, sobre todo, la eliminación de la reelección presidencial. Por eso Moreno se permitió augurar que su exapoyo no tiene retorno al palacio de Carondelet, la sede del Ejecutivo.