A tres meses de la muerte de Alberto Nisman, el fiscal que denunció por encubrimiento del atentado contra la mutual judía a Cristina Fernández de Kirchner y a su canciller Héctor Timernman, la figura del fiscal experimentó un proceso de devaluación en el que se combinan el rechazo en dos instancias judiciales a su acusación y el conocimiento de una vida privada que entraba en contradicción con su lugar público. Después de la divulgación de las fotografías en las que se exhibe con modelos y el conocimiento de una cuenta bancaria en EE.UU, no son muchos los que se atreven a levantarlo como símbolo republicano. Mientras un sector del Gobierno se inclina ya a defender con mayor vehemencia la hipótesis del suicidio, la presidenta también hace saber sus conclusiones personales. Otra vez fue en su página de internet en la que relacionó a Nisman el grupo más agresivo de los acreedores de la Argentina, los llamados “fondos buitres”. De acuerdo con la jefa de Estado, esos tenedores de bonos, que representan a menos del 3% de los acreedores, habrían brindado financiamiento en Buenos Aires a sectores interesados en impedir el acuerdo con Irán para que una comisión de juristas interrogue a los sospechosos de haber diseñado el atentado que provocó decenas de muertos el 18 de julio de 1994. "Todo tiene que ver con la geopolítica y el poder internacional", opinó CFK.

Fernández de Kirchner glosó en rigor un artículo publicado en Página/12, el diario de mayor sintonía con el Gobierno, en la que se vincula al extinto fiscal con Paul Singer y Mark Dubowitz, dos de los referentes de los “buitres” que litigan con este país en un tribunal de Nueva York. A su vez, relacionó a la DAIA (Delgación de Asociaciones Israelitas Argentinas) con las supuestas negociaciones para frenar el acuerdo con Irán. Ese acuerdo, en realidad, nunca entró en vigencia porque fue impugnado en los tribunales argentinos.

Según la presidenta, un sector de la DAIA estaba dispuesto por razones pragmáticas a aceptar la ayuda de los “buitres” mientras que otro mantenían sus dudas por el origen de los fondos.

Esos acreedores, señaló CFK, decidieron oponerse al finalmente fallido acuerdo con teherán “como un ariete más para condicionar a nuestro país a negociar de forma más vulnerable frente a los fondos especulativos". A su criterio, "estamos ante un modus operandi de carácter global, que no sólo lesiona severamente las Soberanías Nacionales interfiriendo y coaccionando el funcionamiento de los distintos poderes de los Estados, sino que además genera operaciones políticas internacionales de cualquier tipo, forma y color”.

MITÓMANO

En los últimos tres meses, el país atravesó una crisis institucional que tuvo a Nisman en el centro de la escena. Los efectos de la multitudinaria marcha en la que se honró al difunto fiscal y se pidió un esclarecimiento de la causa judicial han pasado a un segundo plano. “La única certeza es que hubo una muerte que dividió a la sociedad: entre los que creyeron en su denuncia y los que no”, señaló el diario Perfil. En los hechos, la denuncia del fiscal fue rechazada con fuertes argumentaciones por dos instancias judiciales. Se espera que el Tribunal de Casación, la última oportunidad de revisión de esas acusaciones, ratifique los dictámenes precedentes según los cuales Nisman careció de fundamentos para acusar a la presidenta y su canciller.

El jefe de Gabinete de CFK, el locuaz Aníbal Fernández calificó a Nisman de “mitómano” y dijo lo mismo de Antonio “Jaime” Stiuso, quien hasta diciembre pasado era jefe de los espías argentino, protector del extinto fiscal y proveedor de toda la información que recibía de otros organismos de inteligencia internacionales. Stiuso se ha ido del país y fue declarado en rebeldía. Se presume que en pocos días el Gobierno pedirá su captura internacional. La jueza federal Susana Arroyo Salagado, ex esposa de Nisman, sigue no obstante convencida de que el fiscal fue asesinado.